Buenas a todos~ Os dejo el segundo capítulo del fanfic de Naruto que empecé en la entrada anterior, espero que os guste y que esperéis con ganas el tercer y último capítulo que subiré a lo largo de la semana que viene ^-^
Los sentimientos que florecen al final de la batalla
Capítulo 2
Nada más entrar por la puerta de casa, los gritos de su
madre por haberse retrasado le llegaron a sus oídos. Dejó sus botas
allí mismo en el recibidor nada más entrar, e ignorando los gritos
que no cesaban, se dirigió directamente a su habitación para
encerrarse en ella.
Se dejó caer en la cama tras un suspiro, sin encontrar
las fuerzas necesarias para seguir con todo aquello, tan sólo quería
quedarse allí tumbada, sin saber nada de nadie y sin ser molestada,
y llorar... tan sólo le quedaba llorar, perderse en sus lágrimas
como cada noche, ahogando sus gritos y lamentos en su almohada,
confundida, sin saber muy bien que camino tomar, pues sus
sentimientos habían ido cambiando a lo largo de estos últimos años
debido a los acontecimientos que había ido transcurriendo, y en
parte, hasta una sensación de culpabilidad recorría su cuerpo, y
tal vez era ello lo que le hacía sentirse tan mal.
Cuando abrió los ojos, sintió que los tenía
humedecidos al igual que su rostro, notaba también la garganta algo
seca y dolorida, señal de que había estado ahogando sus lamentos en
la almohada una noche más, y al ver que aún continuaba con la ropa
del día anterior puesta, fue cuando se dio cuenta de que ya pasaba
de media noche y que se había quedado dormida, agotada después de
derramar tantas lágrimas.
Hizo un esfuerzo por levantarse y quedarse sentada en la
cama, llevándose la mano a la frente, atormentada y confusa por
aquel choque de sentimientos, entonces, inconscientemente su mirada
se centró en la fotografía que había sobre la pequeña mesa junto
a la cama, alzó el brazo hacia ella y la cogió, sujetando el marco
entre sus manos mientras intentaba retener las pocas lágrimas que le
quedaban.
Sus llorosos ojos estaban fijos en aquella imagen,
sintió un agudo dolor en el pecho, sus lágrimas comenzaron a caer
sobre el cristal de la fotografía mientras su mirada permanecía
fija en ella, y sin poder resistirse más, llevó aquella fotografía
hasta su pecho para abrazarla, intentando contener su lamento para
que no llegara a oídos de nadie.
Un nuevo día se alzaba ya sobre Konoha, pero ganas de
salir de la cama no tenía, pues no había pegado casi ojo en toda la
noche y había amanecido con unas ojeras horribles, y acompañado del
poco apetito que tenía estos días, hacía que su estado no fuera
muy saludable.
Hizo un esfuerzo por levantarse y salir de la cama, la
cabeza le daba vueltas, notaba todavía su garganta dolorida, y su
rostro continuaba también un poco humedecido. Se dirigió al cuarto
de baño, se lavó la cara y se quedó unos instantes mirándose en
el espejo; tenía un aspecto horrible, ya comenzaban a notarse
demasiado las ojeras de lo poco que estaba durmiendo estos días, y
al tener el rostro tan pálido cualquiera se daría cuenta de que no
estaba pasando por un buen momento.
Intentó despejarse un poco con una ducha rápida, peinó
su rosado cabello y se vistió, había decidido salir de casa a pesar
de todo, pues estar encerrada tampoco le hacía ningún bien.
Caminaba por las calles de la aldea sin un rumbo fijo,
sin prestar tampoco mucha atención a lo que ocurría a su alrededor
ni a la gente con la que se iba cruzando. Su mente no se encontraba
allí ahora mismo, y a pesar de andar distraída, el típico bullicio
matutino de la aldea conseguía llegar levemente a sus oídos,
haciendo que comenzara a sentir la necesidad de retirarse a un lugar
más tranquilo y apartado, y no tardó mucho en saber cual sería el
lugar idóneo para ello.
…
Aquel día se había levantado más animado de lo
normal, más decidido que nunca y bien concienciado de ello, pues
finalmente, había conseguido reunir el valor y las fuerzas
necesarias para dar el paso, ya fuera para bien o para mal, había
llegado el momento de expresar sinceramente aquellos sentimientos que
llevaba arrastrando tantos años.
Salió de casa sin perder ni un minuto más, corría por
las calles de la aldea acompañado de una gran sonrisa, pensando
únicamente en ella y habiendo decidido ir directamente a su casa a
buscarla, ya que seguro que no se se esperaría algo así y quería
sorprenderla, al fin y al cabo, siempre había sido el shinobi número
uno sorprendiendo.
Pero sus planes no iban a llevarse a cabo tan
fácilmente, no fue precisamente ella quien le recibió al llegar a
su casa, en lugar de ello, fue su malhumorada madre la que le abrió
la puerta, aparentemente sin tener mucho interés por saber donde se
encontraba su rebelde hija, la cual había salido bien temprano sin
decir nada.
Todo aquello acompañado de lo ocurrido el día anterior
en las estatuas de los Hokages, le daba a entender que
definitivamente su compañera no estaba pasando por un buen momento,
y deseaba más que nunca verla y hacerla sonreír, pues no estaba
nada tranquilo al saber que posiblemente ahora mismo se encontraría
en algún lugar sola al igual que ayer, perdida en sus pensamientos y
sin saber que hacer.
Entonces, detuvo su paso por la aldea al llegar
rápidamente a una conclusión, había sido su compañera durante
años, y había llegado a conocerla lo suficiente para no tardar
mucho en caer en la conclusión de donde podía encontrarse, y
conducido por aquella idea, volvió a apresurar la marcha abandonando
la aldea para dirigirse al lugar donde esperaba encontrarla.
Sin descanso, sin pausa... avanzaba por el camino
impulsado por el incómodo sentimiento de preocupación y por las
ganas que tenía de expresarle sus verdaderos sentimientos, teniendo
la esperanza de encontrar a su compañera en aquel lugar.
Se detuvo, apoyó sus manos sobre sus rodillas mientras
intentaba controlar nuevamente el ritmo de su respiración, alzó su
mirada para contemplar aquellos tres elementos que tantos recuerdos
le traían, y fue entonces cuando supo que acababa de llegar a aquel
lugar.
Avanzó un par de pasos más cuando ya tenía controlada
su respiración, sin apartar la mirada de los tres elementos tan
significativos para él, aquellos tres troncos los cuales años atrás
había estado atado en uno de ellos, en el día en el que él y su
equipo conocieron lo que era el trabajo en equipo, y al ver que no se
había equivocado al venir hasta este lugar, notaba como le iba
abandonando aquella incómoda sensación que había sentido desde que
había ido a su casa.
Se encontraba apoyada justamente en el tronco en el que
él había estado atado años atrás, sentada en el suelo,
posiblemente con la mirada perdida pero desde donde se encontraba
ahora mismo no podía verle el rostro. Se acercaba lentamente hacia
ella, tenía bien claro todo lo que quería decirle, todo lo que
quería hacerle sentir, pero a decir verdad, estas cosas no se le
daban nada bien, había sido capaz de convencer y cambiar el punto de
vista de más de un villano tan sólo con sus palabras, pero esta vez
era diferente, era la primera vez que tenía que expresar sus
verdaderos sentimientos, y más teniendo en cuenta que se trataba de
la chica a la que siempre había querido desde que era un niño.
Se detuvo a escasos pasos frente a ella, parecía que ni
si quiera se inmutó por su llegada, continuaba sin alzar la mirada
del suelo, y el joven genin se preguntaba que estaría pasando por la
mente de su compañera. Se mantuvo firme, apretó sus puños con
fuerza, se armó de valor e intentó buscar las palabras apropiadas
para iniciar la conversación.
- Sakura-chan... - al escuchar su nombre, alzó levemente la mirada pero sin necesidad de llegar a mirarle a los ojos. - Sabía que te encontraría aquí'ttebayo.
Al terminar de decir la frase, su compañera ya había
alzado su apagado rostro hasta llegar a los azulados ojos de su
amigo, intentando buscar también las palabras apropiadas para
dirigirse a él, pues después de todo lo ocurrido estos últimos
días, ya no sabía como hacerlo.
- ¿Naruto?... ¿Qué estás haciendo aquí?... - su voz sonaba tan débil como el día anterior, sin fuerzas, y como si hablar fuera un esfuerzo para ella.
Unos segundos de silencio transcurrieron antes de que el
Uzumaki respondiera.
- No podía quedarme de brazos cruzados... sabiendo que lo estás pasando mal, creo... que te conozco lo suficiente para saber que no estás pasando por un buen momento'ttebayo.
Su voz sonaba firme y segura, sus palabras eran
sinceras, tal vez nunca se había dirigido a su compañera con tanta
sinceridad, y era ello tal vez lo que le estaba dificultando también
a la pelirrosa encontrar las palabras apropiadas para dirigirse a su
compañero.
Pero no encontraba esas palabras, desvió su mirada
hacia otro lado a la vez que un leve sonrojo se dibujaba en sus
mejillas, mientras intentaba hacer un pequeño esfuerzo por ocultar
la pequeña sonrisa que se le había dibujado inconscientemente en su
rostro, todo ello acompañado del sentimiento de culpabilidad del
cual no conseguía librarse.
- Naruto... - al pronunciar su nombre, escuchó los pasos de su compañero acercándose hacia ella, pero cuando quiso volver a mirar al frente, él ya se había agachado para ponerse a su altura, colocando su dedo índice en los labios de su amiga, haciéndole entender que no era necesario que dijera nada más.
- No es necesario que sigas... Sakura-chan... sé muy bien como te sientes. - sus miradas se cruzaron, ninguno de los dos era capaz de apartar sus ojos el uno del otro, los verdosos ojos de la pelirrosa, estaban acompañados de un rostro de sorpresa al no estar muy segura de lo que su compañero pretendía realmente.
Aquellas palabras, aquella mirada... todo aquello, le
daba a entender que en el fondo lo sabía, que siempre lo había
sabido, habían sido compañeros durante mucho tiempo y sería
imposible ocultarle algo así, él sabía perfectamente por lo que
ella estaba pasando, por eso, no fue necesario decirle nada más.
- Naruto... - aquel sentimiento de culpabilidad que no cesaba, estaba haciendo que las lágrimas estuvieran a punto de desbordarse por su rostro. - N-no.. no sigas por favor... - volvió a desviar su mirada hacia otro lado, sin que aquel pequeño sonrojo desapareciera de aquel rostro de culpabilidad.
- Sakura-chan... - retiró el dedo índice de sus labios dejando ahora apoyada su mano en su sonrojada mejilla. - Ya no debes sentirte culpable'ttebayo... todo está bien.
Fueron entonces aquellas palabras las que estuvieron a
punto de hacer que sus lágrimas comenzaran a recorrer su rostro,
pero no quería que le viera llorar, otra vez no, entonces, se
levantó de un sobresalto para impedir que viera su rostro, apretó
sus puños con fuerza, cerró los ojos y le dio la espalda con
intención de marcharse, pero...
- No te vayas... quédate conmigo'ttebayo... - aquellas dulces palabras sonaron como un susurro, sus brazos rodearon su cintura desde detrás para que no se marchara, pero fueron aquellas palabras que susurró a su oído las que hicieron que se detuviera. - Quédate a mi lado... Sakura-chan... pero esta vez para siempre'ttebayo.
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