lunes, 16 de julio de 2012

Relato presentado en "Tierras Baldias"


Bueno, llevaba días sin publicar nada en el blog, así que hoy voy a poner un relato corto sobre fantasía épica que escribí para un concurso de narrativa corta en las jornadas de este año de rol, manga y anime "Tierras Baldias" en Picasent. No me salió tan bien como quería, pues lo escribí la noche anterior del evento, y tal vez más adelante vuelva a escribirlo para mejorarlo. 

Las lágrimas de la Esperanza Negra


Muchos son los que temen a las más antiguas leyendas que se cuentan sobre los principios de nuestro mundo, otros solo las interpretan como cuentos y fábulas para asustar a los niños. Pero, el paso del tiempo había ido dejando huella en el Mundo de Énoble, y nadie podía negarlo.

A principios de nuestro mundo, las ciudades de los hombres no eran ni la mitad de grandes, la mayoría de las enfermedades no tenían cura, pues la sanación con plantas medicinales no estaba muy desarollada, y los magos y brujas desconocían que la magia pudiera ser utilizada para estos fines. En cuanto a los elfos y enanos, empezaron a tener sus pequeñas disputas entre ellos, pero guardándose respeto mutuo hasta cierto punto; los elfos vivirían en los bosques más hermosos mientras que los enanos vivirían en las montañas.

Fue entonces cuando sucedió, nadie supo con exactitud cual fue su origen, ni si quiera él mismo parecía saberlo. No le gustaba ser visto por nadie, pues por algún extraño motivo, aquel niño había nacido con un pequeño cuerno en su frente, y el miedo al rechazo lo mantenía escondido. Vivía solo, en un enorme castillo de piedra, tan antiguo era que la hiedra y el musgo lo cubrían casi por completo, además, algunas paredes se habían venido abajo con el paso del tiempo.

Los días se hacían eternos encerrado solo en aquel castillo, hasta que una noche, alguien apareció, una inesperada visita que nunca se hubiera imaginado. Aquella fría noche llovía en abundancia, al escuchar que alguien llamaba a su puerta, se imaginó que sería algún viajero en busca de cobijo. Se acercó a las enormes puertas de su castillo con miedo, ¿quien podría ser? Al acercarse, una débil y apagada voz podía escucharse desde el otro lado.

Sin saber porque lo hizo, el niño del cuerno abrió la puerta. Allí bajo la lluvia, se encontraba una figura encapuchada de su misma estatura, que sin decir palabra, entró dentro del castillo cerrando la puerta tras él.

  • Le agradezco mucho su amabilidad... - se bajó la capucha dejando su rostro al descubierto; se trataba de una niña que tendría unos diez años de edad, blanca como la nieve, de claros ojos azules y de largo cabello rubio ondulado.

La pequeña se balanceó un poco pudiendo apoyar su mano en la pared antes de caer al suelo.

  • Eh... ¿estás bien? - le preguntó el niño torpemente.
  • Tropecé, no es muy aconsejable correr a través del bosque bajo la lluvia. - contestó la niña con una pequeña sonrisa.
  • ¿Y porque corrías? - el niño empezaba a darse cuenta de que algo no andaba bien.
  • Escapaba de los soldados que querían llevarme de nuevo a palacio, disculpa mis modales, soy la princesa Lunia del Reino de Rumeliah. Mi padre no es capaz de comprender que una niña como yo necesita salir y divertirse, y no pasarse todo el día en palacio.
  • Oye... - a pesar de que estuvo escuchándola, el niño tenía intención de desviar la conversación. - ¿no te asusto? - preguntó señalándose el cuerno.
  • Alguien que le abre la puerta a un desconocido en una noche como esta, no puede ser una mala persona.

El niño no supo que responder ante tales palabras, se limitó a inclinarse ante la princesa, y colocando ambas manos sobre la pierna que asomaba por la túnica desgarrada, hizo que la calidez que emanaba de ellas curaran la herida que sangraba.

  • ¿Es.. magia? - a pesar de su corta edad, la princesa adaptó una postura mucho mas seria. - Muchacho, desde los comienzos de nuestros tiempos, los grandes magos y sabios han estado buscando la manera de curar heridas y sanar enfermedades a través del arte de la magia, ¿puedo preguntarte porque alguien con este don se oculta tras los muros de este castillo?

Señalando el cuerno de su frente, la princesa le comprendió. No sentía miedo, aquel misterioso niño le había ayudado, y eso ya era suficiente para ella.

A partir de aquella noche, siempre que la princesa Lunia conseguía escapar de palacio, se acercaba a visitar a su amigo. Le contaba que teniendo ese misterioso poder, podría ayudar a muchas personas que lo necesitaran, que no debería de tener tanto miedo al rechazo por el simple hecho de haber nacido con ese cuerno.

Pero todo cambió, un día, un escuadrón de caballeros del Reino de Rumeliah acompañados del Rey, se presentaron de repente en el castillo, pues los soldados que buscaban a la princesa aquella noche, encontraron el castillo en el que se refugió, descubriendo los misteriosos poderes que poseía el niño que vivía allí.

  • Quiero un poder capaz de proteger a mi Reino, concédemelo. - esa fue la petición del Rey.

El niño confió en las palabras de su amiga, debía usar su poder para ayudar. Extendió ambas manos, y ante la sorpresa de todos, hizo aparecer una reluciente y majestuosa espada. El Rey se apoderó de ella y los caballeros se retiraron, pues ya tenían lo que querían, una poderosa y magica arma que les ayudaría a derrotar y expulsar a los reinos enemigos.

Pero la noticia sobre la existencia de un niño con poderes mágicos se extendió rápidamente por todo Énoble, muchos fueron los que acudieron en su ayuda.

Un buen día, un grupo de enanos se presentaron en las puertas de su castillo. Buscaban ayuda desesperadamente, pues un enorme dragón se había asentado en las montañas donde ellos vivían, atacándoles constantemente y arrebatándoles su comida. El misterioso niño con cuerno les dio enormes hachas capaces de partir a un dragón en dos, además de pesadas armaduras con la propiedad de resistir el abrasador aliento de los dragones.

Los enanos se habían quedado sorprendidos ante el mágico poder de aquel niño, quisieron ofrecerle oro, gemas y joyas como recompensa, pues por muy bruscos y testarudos que fueran, un enano es ante todo, agradecido.

  • Con la satisfacción de saber que derrotáis al dragón, tengo más que suficiente. - y así despidió al grupo de enanos, que ya le habían dado las gracias de todas las maneras que sabían.

Los viajeros que acudían en su ayuda le comentaban que estaban empezando a llamarle como "La esperanza" y que estaba empezando a ser muy conocido por todo el Mundo de Énoble.

Pasaron días, semanas, y su amiga la princesa Lunia no aparecía, ¿le abría ocurrido algo? Los que si que aparecieron una bonita tarde de otoño, fueron esta vez un grupo de elegantes elfos. El que parecía ser el líder del grupo, llevaba a un joven elfo en sus brazos.

  • Es mi hijo, el príncipe del Bosque Gloffyriahn, ha sido envenenado por un malvado brujo, y no parece tener cura. - esta fue la petición de Rey elfo.

El niño del cuerno extendió sus manos sobre el cuerpo del joven elfo, al momento, abrió los ojos.
El Rey elfo le ofreció protección de por vida. - con que tengáis bien vigilados a los malvados brujos y no hagan daño a nadie más, me es más que suficiente. - pero cuando los elfos iban a marcharse, sintió la necesidad de hacerles una pregunta. - disculpen, ¿ha ocurrido algo en el Reino de Rumeliah?

El Rey elfo se quedó durante unos instantes en silencio antes de responder, observando al niño que acababa de salvar la vida de su hijo. - el Reino de Rumeliah ya no existe, fue aniquilado por el Reino de Arphillyan hace más de un mes.

En el fondo sabía la respuesta, sabía porque Lunia no había venido a visitarle, pero no quería aceptarlo. Los días pasaron, las semanas también, hasta que el niño del cuerno llevaba meses sin ver a nadie, encerrado en su castillo, como siempre, como al principio, pero esta vez era algo diferente, la oscuridad estaba creciendo en su corazón, mientras que en sus largos momentos de soledad intentaba encontrarse a si mismo.

  • Hombres, elfos, enanos... ¿porque? ¿porque los hombres son los únicos capaces de hacerse daño entre los de su propia raza? Lunia... ¿porque?.... ¿Porque tuviste que irte?... creo... creo que ya se quien soy... yo, soy el demonio de este mundo, soy el demonio del Mundo de Énoble.

Lo que durante un largo periodo de tiempo fue llamado "La esperanza", pasó a convertirse en "La esperanza Negra". El niño creció, convirtiéndose en un poderoso demonio, el demonio de Énoble, y evidentemente arrebató más de una vida, pero a pesar de ello, nunca fue capaz de aliviar ese dolor causado por la pérdida de su amiga, la única humana que había conocido de verdad, la única persona a la que había podido llegar a amar. ¿Y si este siempre hubiera sido su destino? ¿Y si en realidad el demonio tenía que crecer en aquel castillo y hacerse fuerte y poderoso hasta poder aterrorizar a todo el Mundo de Énoble? Fue entonces cuando pudo ver como hombres, elfos, enanos y magos, se aliaron para luchar juntos contra él, fue entonces cuando el mismísimo demonio pudo ver una pequeña luz de esperanza en aquella alianza.

El demonio murió, fue derrotado. Pero antes de morir, soltó cuatro lágrimas, cuatro lágrimas que se solidificaron convirtiéndose en preciosas gemas. En ellas, estaba escondido todo su poder, un poder que sin duda, cualquiera querría poseer. Las grandes autoridades de Énoble tenían que decidir que hacer con tal poder, así que cada una de ellas fue entregada para su total protección a los representantes de cada raza, a los líderes de esa alianza: una al rey de los hombres, otra al príncipe elfo, la tercera al rey enano, y la última fue entregada al mago más poderoso de aquellos tiempos.

El mundo de Énoble se había salvado, la vieja alianza se separó, y cada raza volvió a donde pertenecía, desde entonces, muchos han sido los que han buscado las "lágrimas de la esperanza negra", con tal de poder conseguir su poder, pero ¿y el cuerpo? Nadie sabe que ocurrio con el cuerpo sin vida del demonio, muchos pensaban que se ocultaría en su antiguo castillo, pero, ¿de verdad alguien se atrevería a ir en busca del cuerpo del diablo? Tal vez si, tal vez alguien que también rechazara a los hombres por ser la única raza de hacerse daño entre ellos, alguien que tuviera el corazón tan negro como el mismísimo demonio.