miércoles, 29 de agosto de 2012

Harry Potter - Buscando el corazón de la serpiente - Capítulo 2


Segundo capítulo del fanfic de Harry Potter centrado en el primer año en Hogwarts de Tom Riddle, espero que os guste ^^ la semana que viene publicaré el tercer y último capítulo.



Harry Potter
Buscando el corazón de la serpiente
Capítulo 2


Sin ninguna duda era él, Tom acababa de entrar al Bosque Prohibido, estaba quebrantando una de las normas de la escuela, y además, no parecía que hoy fuera a tener mucha intención de asistir a clase.

Sus compañeros llegaron, y Rinowell entró en clase de Historia de la Magia junto con ellos, pero ya sabía que muy atenta a la clase no iba a poder estar, si Tom le parecía un chico misterioso, ahora se lo parecía mucho más.

Tenía una hora libre antes de la clase de Pociones, donde supuestamente volvería a ver a Tom, en caso de que hubiera vuelto de su escapada al bosque, claro. No sabía que hacer en esa hora, caminaba por el pasillo pensando en todo aquello, sus compañeros pasaron por su lado, dirigiéndose posiblemente a la sala común.

Pero ella no pensaba hacer lo mismo, cuando el último de sus compañeros giró la esquina del pasillo, dio media vuelta, dirigiéndose nuevamente a la ventana por la que había visto a Tom, pero allí no vio a nadie, había estado una hora dentro de clase, y no sabía si Tom habría salido del bosque o si aún seguiría en él.

Tan absorta estaba mirando por la ventana, que ni si quiera se percató de la presencia de la persona que se le acercaba por detrás.

  • Esto... ¡hola! - al escucharle, Rinowell se giró de inmediato con un sobresalto.

Se trataba de Benny Dankworth, un compañero de clase. Era tan bajito como ella, de pelo corto castaño y rizado, con unos tímidos ojos marrones que ocultaba tras sus enormes gafas, sus dientes eran algo más grandes de lo normal, y la verdad, no aparentaba ser un chico muy inteligente y muy seguro de si mismo, de hecho, era el más patoso de la clase.

  • ¡Menudo susto me has dado Benny! - exclamó Rinowell.
  • ¡Perdona! ¡No pretendía asustarte! ¡Lo siento! - se disculpó Benny haciendo reverencias una y otra vez.
  • Bueno... ¿Querías algo? - le preguntó Rinowell con la mano en el pecho.
  • Ah... ¡Si! Verás... me preguntaba si tenías compañero para el trabajo sobre unicornios que nos han mandado en la clase de Cuidado de Criaturas Mágicas. - le dijo Benny muy nervioso y sin atreverse a mirarle a los ojos.
  • Pues no, no tengo compañero. - le respondió.
  • Te... ¿te gustaría hacer el trabajo conmigo? - tartamudeó al decirselo, y parecía que el pequeño Benny se había preparado con anterioridad con que palabras proponerselo.

Rinowell suspiró, por unos instantes sintió lastima por Benny, y finalmente aceptó.

  • Está bien, quedamos en la sala común después de las clases de hoy para ir a la biblioteca a buscar información.
  • ¿De verdad? ¡Gracias! ¡Me esforzaré mucho, de verdad! - y así, el tímido Benny se marchó dando saltos de alegría.

Pero algo había empezado a inquietar a Rinowell, volvió a quedarse sola junto a la ventana, pensando en que Benny había dicho algo que le había hecho recordar, algo que había visto ese mismo día y no le quiso dar importancia hasta el momento, entonces trató de recordar, y no tardó mucho en encontrar lo que andaba buscando.

  • Unicornios... esta mañana Tom leía un libro sobre unicornios...

Pensó que tal vez Tom había empezado ya con su trabajo sobre estas criaturas, pero había algo que le escamaba, había escuchado rumores de que por muy difícil que fuera verlos, habían unicornios viviendo en el Bosque Prohibido, y si había alguien en Hogwarts capaz de adentrarse en él para comprobarlo, ese era Tom, ¿pensaba llegar tan lejos por un trabajo de clase?

Estaba segura de que Tom planeaba algo más, como compañera suya de clase, sabía que el joven Slytherin ansiaba expandir sus conocimientos, y tal vez no se conformaba con hacer el trabajo buscando solo información en los libros, si no que tambíen querría estudiarlos más de cerca.

Rinowell no quiso perder más el tiempo, aprovechó la hora libre para ir a la biblioteca, esperando averiguar porque Tom tenía tanto interés en estas criaturas.

No habían muchos estudiantes allí tan temprano, así que aprovechó la tranquilidad y el silencio de la sala para buscar detenenidamente en la sección de criaturas mágicas. Quedaban pocos libros que hablaran sobre unicornios, pero finalmente, encontró un ejemplar que parecía bastante completo.

Tomó asiento junto a una ventana abierta, abrió el libro sobre la mesa y empezó a curiosear. A medida que iba leyendo, más fascinantes le iban pareciendo los unicornios, y Rinowell empezó a pensar que era normal que Tom quisiera acercarse más a ellos, y viendo en las fotografías del libro lo hermosos que podían llegar a ser, a la joven Gryffindor también le despertó la curiosidad.

Quedaban pocos minutos de la hora libre, así que se apresuró en su investigación, pasó unas cuantas páginas hasta llegar a un capítulo que hablaba sobre las cualidades y propiedades mágicas de los unicornios, pensó que sería una parte interesante, justamente la parte donde alguien como Tom se detendría para estudiarsela, así que deteniendose en dichas páginas, empezó a leer detenidamente.

"Las partes más utilizadas de un unicornio son el pelo, el cuerno y la cola; todo ello puede ser utilizado como ingredientes para pociones o en núcleos para varitas. Pero si estas criaturas destacan por un elemento en particular, es sin duda por su sangre. La sangre de unicornio es capaz de mantener con vida a una persona que esté cerca de la muerte, pero ello conllevaría a tener media vida maldita desde el momento en que la sangre toque los labios de la persona, pues los unicornios son seres indefensos y puros, y matar a uno de ellos para salvar la vida sería considerado como un crimen."

Entonces Rinowell dejó de leer, quiso apartar de su mente los pensamientos que de pronto la invadieron, quería seguir pensando que Tom se había adentrado en el Bosque Prohibido para hacer, como de costumbe, el mejor trabajo de toda la clase, pero no pudo evitar acordarse de los rumores que estaban corriendo sobre él y sobre lo excéntrico que era, y no quiso imaginarse lo peor.

La joven Gryffindor abandonó la biblioteca, no sin antes pedir prestado el libro. Caminaba por los pasillos hacia la clase de Pociones, buscando respuesta a las incognitas que rondaban por su cabeza, pero confiaba en Tom, había podido conocer su lado bondadoso, y por mucho que las malas lenguas hablaran sobre él, sabía que era incapaz de llegar tan lejos.

Entonces pasó a la segunda incognita, los alumnos de primer año de Gryffindor y Slytherin ya estaban entrando en la clase de Pociones, y al entrar en ella, Rinowell se preguntaba si él aparecería, pero la duda fue resuelta en cuestón de segundos, pues Tom se encontraba sentado en el mismo lugar de siempre, como si hubiera sido el primero en llegar. No sabía si acercarse, esa misma mañana ya había sido rechazada por él, y no esperaba encontrarselo ahora de mejor humor, así que prefirió tomar asiento y echarle un ojo de vez en cuando.

Al finalizar la clase, Tom salió de ella como si llevara prisa, entonces Rinowell salió detrás suya, esperando averiguar donde iba su compañero, ¿pensaba volver al Bosque Prohibido? Seguía sus pasos en la distancia, subieron escaleras arriba para salir de las mazmorras, donde se encontraba la clase de Pociones, pero cuando Tom llegó al piso superior, Rinowell escuchó una voz que le saludó.

  • Buenos días Tom.

Rinowell la reconoció de inmediato, era la voz de Albus Dumbledore, el profesor de Transformaciones. Entonces la joven Gryffindor se detuvo en mitad de las escaleras, no sabía si quedarse allí, o si subir y pasar por delante de ellos disimuladamente. El resto de compañeros ya empezaba a subir por las escaleras tambíen, así que aprovechó la ocasión para subir con ellos.

Al llegar al piso superior, Rinowell avanzaba entre sus compañeros observando con disimulo a Tom y al profesor Dumbledore, encontrandose ambos frente a frente sin decirse palabra. Algo andaba mal, lo sabía, así que al girar la esquina del pasillo, se desprendió del grupo para quedarse allí, esperando poder escuchar a escondidas lo que el profesor tenía que decirle.

  • Hoy has faltado a mi clase, Tom, y la semana pasada también faltaste a otras dos asignaturas, ¿puedo saber a que es debido?
  • Lo lamento profesor Dumbledore, últimamente me quedo estudiando y adelantando trabajos hasta bien tarde, y suelo quedarme dormido por las mañanas. - le contestó Tom en un tono educado.
  • ¿Trabajos relacionados con unicornios tal vez?

La pregunta del profesor Dumbledore produjo un incómodo momento de silencio, entonces Rinowell se llevó la mano al pecho, se sentía como si estuviera más cerca de la verdad, una realidad la cual había hecho todo lo posible por apartarla de sus pensamientos, una realidad la cual no estaría dispuesta a aceptar.

  • Los unicornios son unas criaturas fascinantes, y con este trabajo estoy aprendiendo mucho sobre ellos. - le contestó Tom con el mismo tono de educación.

Entonces el profesor Dumbledore le miró más fijamente que nunca, sabía que Tom no le diría la verdad, y a pesar del pequeño temor que aquel niño le había hecho brotar en su interior, conservó la calma en todo momento.

  • Está bien Tom... - pasó por su lado para marcharse, tocándole el hombro con la mano. - pero deberías mantenerte alejado del Bosque Prohibido.

A pesar de que Dumbledore parecía estar al tanto de las escapadas de Tom, el joven Slytherin no se inmutó en absoluto, ni si quiera su rostro parecía mostrar asombro.

El profesor de Transformaciones se marchó, y al ver que Tom se iría por el pasillo en el que estaba escondida y al girar la esquina la vería, Rinowell se apresuró a marcharse de allí en el máximo silencio posible.

Caminaba a paso ligero, salió del castillo y avanzaba por sus terrenos dirigiendose a la próxima clase, Hervologia. Hacía todo lo posible por mantener su mente despejada, pero no podía dejar de pensar en Tom, y sus preocupaciones iban en aumento, sabía que acercarse demasiado a la verdad podría hacerle daño, pero si no salía de dudas, acabaría volviendose loca.

Bajaba por una colina a través de sus escalones de piedra que la conducirían a los invernaderos, donde se realizaba la clase de Hervologia, pero muy lejos no llegaría, pues para su sorpresa, había alguien en mitad de los escalones impidiéndole el paso, y ese alguien, parecía estar esperándole.

Rinowell parecía haber recibido un Petrificus Totalus, su inesperada presencia le había dejado sin habla, y allí estaba él, delante suyo, mirándole a los ojos sin parpadear, con su frío e inexpresable rostro habitual.

  • ¿Por qué tanto interes en seguir mis pasos? - le preguntó seriamente.
  • Ah... yo... - la joven Gryffindor no encontraba las palabras oportunas.
  • No estás en deuda conmigo, y mis asuntos son cosa mia, al igual que tampoco te interesaba lo que el profesor Dumbledore tenía que decirme.

Se quedó desconcertada, sabía que había estado escuchando su conversación con el profesor Dumbledore, ¿pero cómo? ¿acaso sabría también que sospechaba de él? ¿que su investigación sobre los unicornios iba más lejos que un simple trabajo de clase?

  • El Sombrero Seleccionador no se equivocó contigo, Gryffindor.
  • ¿Qué... qué quieres decir? - le preguntó Rinowell sin seguir muy bien lo que trataba de decirle.
  • Que se necesita mucho valor y coraje para seguir mis pasos, cualidades que sólo un Gryffindor tendría, olvida todo lo que el profesor Dumbledore dijo, no te interesa lo que debo hacer en el Bosque Prohibido. - hablaba mientras subía los escalones acercándose a Rinowell, entonces pasó por su lado, sin detenerse ante ella, a la joven Gryffindor le costaba mantener el ritmo de su respiración debido a los nervios, pero cuando su compañero ya había pasado de largo, se giró hacia él para formularle la pregunta de la que tanto había querido apartarse. - ¿Por qué vas tras la sangre de unicornio?

La pregunta de Rinowell no fue suficiente para hacer que Tom se detuviera, continuó subiendo los escalones de piedra, mientras que su compañera le miraba hasta que al llegar a la cima de la colina, le perdió de vista.

Ya llegaba tarde a clase de Hervologia, pero no le importaba lo más mínimo, ahora estaba ya segura del todo, acababa de confirmar su mayor temor, aquel el cual había intentado apartar de su mente durante todo este tiempo; Tom ansiaba conseguir sangre de unicornio, y para ello, parecía que incluso estaría dispuesto a quitarle la vida a uno de ellos solo para conseguirla, ¿proposito? Ni si quiera estaba segura de querer saberlo.

jueves, 23 de agosto de 2012

Harry Potter - Buscando el corazón de la serpiente - Capítulo 1

Tal y como ya dije, estaba escribiendo un fanfic basado en Harry Potter, pero decidí hacerlo un poco especial, así que lo centré en el primer año en Hogwarts de Tom Riddel, así que sin más entretenerme, aquí dejo el primer capítulo de tres :)


Harry Potter
Buscando el corazón de la serpiente
Capítulo 1


Una de las cuatro mesas saltó con estruendosos aplausos, aquel niño bajó del taburete dirigiendose a dicha mesa bajo la atenta mirada de todos, en especial, de alguien que le observaba con mayor atención, mientras intentaba disimular su preocupación bajo sus débiles aplausos.

  • ¿No es ese el muchacho que visitaste en el orfanato? - sin dejar de aplaudir, el director le susurró la pregunta al profesor que tenía sentado a su izquierda.
  • Así es, director Dippet. - el profesor Dumbledore asintió con la cabeza, volviendo nuevamente a fijar su atenta mirada en aquel niño que ya tomaba asiento con los que serían sus nuevos compañeros.

Pero parecía diferente a los demás, lo normal hubiera sido estar contento y emocionado, dirigirte a conocer a los que iban a ser tus compañeros con una gran sonrisa, pero sin embargo, tomó asiento sin decir palabra a nadie.

La ceremomia de selección de casas había finalizado, al igual que la cena, y después del tradicional discurso de bienvenida del director, Armando Dippet, todos los alumnos siguieron a sus prefectos camino de los dormitorios, pues al día siguiente comenzaba un nuevo curso en Hogwarts, escuela de magia y hechicería.

Pero, no tardarían mucho tiempo los profesores en darse cuenta del alumno tan talentoso que había asistido a la escuela este año, y pronto se ganó la admiración de todos, al igual que también la de los alumnos, en especial los de su casa, Slytherin.

Sin embargo, él se lo tomaba con calma, y no parecía tenerselo creido en absoluto, era educado, galante, pero a su vez solitario y reservado, se limitaba en ir a clase y aprender, y rara vez se le veía hablando con alguién.

Se había ganado una gran admiración entre el profesorado, exceptuando a uno de ellos, el profesor de Transformaciones Albus Dumbledore, el cual le echaba un ojo siempre que tenía la oportunidad, pues su primer encuentro con aquel niño cuando fue a conocerle al orfanato muggle en el cual se había criado, no había sido del todo agradable, y la información que el propio niño le reveló sobre él mismo, le había dejado preocupado.

Una tarde, después de la clase de Encantamientos, el muchacho se dirigía a la sala común de su casa. Caminaba a solas como de costumbre, cuando se encontró con algo en el pasillo que interrumpió su paso.

  • ¡No entiendo como tu apestosa casa puede aceptar a gusanos como tú!
  • ¡Sois la escoria de la sociedad mágica!

Se quedó contemplando la escena, dos chicos de su misma casa, pero de tercer curso, tenían acorralado a alguien contra la pared y parecían estar atormentándole.

  • Buenas tardes, ¿que hacéis?

Al escuchar su voz, los dos muchachos de Slytherin se giraron asustados, pero al ver que se trataba de alguien de su misma casa, volvieron a relajarse.

  • Menudo susto nos has dado, creíamos que eras un profesor. - dijo uno de ellos.
  • Sí, pero mira que bien nos has venido, los de primer curso deberían aprender desde su primer año en Hogwarts como tratamos aquí a los "sangre sucia" – el segundo de ellos señaló a la persona que tenían acorralada contra la pared, la cual cubría su rostro con sus manos y las anchas mangas de su capa.
  • Marchaos. - dijo el niño de primer curso.
  • ¿Cómo dices? - ambos alumnos se quedaron desconcertados.
  • Qué os marchéis, eso he dicho.
  • ¿Qué nos marchemos? ¡Es un sangre sucia! ¡Gente así merece un castigo!

Entonces el chico de primer curso sacó su varita con decisión, apuntando con ella a los dos muchachos mayores que él.

  • ¡¿Pero que crees que estás haciendo?! ¡Qué somos de tu misma casa! - exclamó uno de ellos dando un paso hacia atrás.
  • Oye espera... ¿no es este el alumno nuevo del que todos hablan? El niño prodigio o algo así le llamaban... - dijo el otro chico algo preocupado.

Ambos le miraron nuevamente, y mientras la expresión del rosto del muchacho no había cambiado lo más minimo en ningún momento, los dos alumnos de tercer curso empezaron a sentir temor al ver que hablaba muy en serio y que no parecía tener intención de echarse atrás.

  • Esto no quedará así. - se retiraron a regañadientes, y el niño prodigio ya se había ganado sus enemistades.

Guardó su varita y se quedó mirando a la persona de la cual habían estado abusando.

  • Ya se han ido. - dijo.

Aún podía escucharse el débil llanto de sus últimas lágrimas, su respiración iba recuperando su ritmo habitual, y poco a poco fue retirando las manos de su rostro.

  • Gra... gracias... - un hilo de voz salió de su garganta.

Tenía el rostro humedecido de tanto llorar, se pasó su ancha manga por la cara para secarsela, y entonces pudo verle más claramente, su piel era blanca y bonita, sus ojos tenían una tonalidad azul muy clara, y su largo cabello castaño estaba enmarañado después de su encuentro con los dos alumnos de Slytherin.

  • No es la primera vez que esos chicos mayores se meten conmigo. - parecía que se encontraba ya un poco más calmada, se tratata de una alumna de Gryffindor de primer curso. Su ropa le venía grande, las mangas de su capa eran anchísimas, y tenía más de un descosido en ella. - me llamo Rinowell Taylor, tú eres ese chico de quien todos hablan, ¿verdad? ¿cómo te llamabas?...
  • Deberías ir con más cuidado, hasta la próxima. - y dando media vuelta, el chico de Slytherin se despidió.
  • ¡Oye espera! ¿Es que ya te vas? - le intentó detener Rinowell. - acabo de recordar tu nombre, te llamas Tom, Tom Riddle.

Tom no se detuvo, ignoraba los comentarios de aquella niña y continuaba caminando por el pasillo hacia su sala común, situada en las mazmorras.

Pero aquí no acabaría todo, Tom ni si quiera pensó más en ello, simplemente se había limitado a espantar a aquellos alumnos de tercer curso sin importar que fueran de su misma casa, como si hubiera querido demostrar de lo que es capaz, ni si quiera volvió a pensar más en aquella alumna de Gryffindor, pero sin embargo, Rinowell si lo hizo.

En algunas asignaturas, los alumnos de Gryffindor y Slytherin comparían el mismo aula, por lo tanto, Rinowell podía ver nuevamente a Tom en las clases de Pociones. Era extraño, a pesar de ser un niño prodigio y de no dejar de destacar en clase, nunca se había fijado en él, ni si quiera se acordaba de su nombre en el momento en el que le ayudó, pero desde aquel día, la situación había cambiado.

Él era brillante y con talento, y ella tenía una pésima habilidad para preparar pociones, sumado a las distracciones que ahora tenía al pasarse parte de la clase mirándole, ni si quiera acertaba a la hora de preparar los ingredientes.

Se había convertido en una rutina, cada mañana bajaba bien temprano al Gran Comedor para intentar llegar antes que él, y siempre que tenía la oportunidad, Rinowell aprovechaba para esperarle al finalizar alguna de sus clases, pero nunca le decía nada, tenía suficiente con verle desde la distancia, siempre tan misterioso... tan solitario... aunque fuera sólo por unos instantes le gustaba verle, y tenía la esperanza de que algún día, fuera Tom el que la viera y se acercara a ella.

Y así fue todos los días, no estaba segura de porqué lo hacía, pero había brotado en su interior una sensación y unas ganas tremendas de querer acercarse a él, acababa de descubrir un nuevo sentimiento totalmente desconocido para ella, del cual no estaba aún segura de su significado.

Pero, muchos rumores habían empezado a correr sobre Tom, era cierto que era una eminencia, que además era educado y cortés cuando debía, pero una oscura y siniestra aura de misterio siempre le rodeaba, prefería estar solo antes que acompañado, prefería quedarse en la sala común leyendo un libro antes que pasar el rato con amigos en los terrenos de Hogwarts. Le estaban empezando a etiquetar de "excentrico", pero Rinowell no creía que fuera así, y a pesar del frío comportamiento que estaba teniendo con ella, pensaba que tal vez había sido la única persona que habia conocido esa faceta suya bondadosa que ocultaba.

No habían vuelto a hablar desde aquel día, ya había pasado más de un mes, y la necesidad de acercarse a él iba en aumento. No sabía que hacer, y tampoco como llamar su atención, pero la joven Gryffindor sabía que estába en deuda con él, y de alguna manera debía agradecerselo. Así que una mañana decidió dar el paso, y sin ni si quiera haber probado bocado de su desayuno, se levantó de su mesa y se dirigió a la de Slytherin, donde Tom se encontraba sentado sin nadie cercano a su alrededor.

Entonces Tom apartó la mirada de su lectura por unos instantes y la miró con indiferencia, como si tuviera prisa en escuchar lo que Rinowell tuviera que decirle para poder continuar leyendo sin más interrupción.

  • Tom, creo que no te agradecí lo suficiente lo que hiciste por mi aquel día.

El joven Slytherin volvió a meterse en su lectura, a Rinowell no le gustó ese gesto, pero sin querer darle importancia, suspiró y continuó con lo que tenía que decirle.

  • Soy hija de muggles, mis padres hicieron todo lo posible para que pudiera asistir a Hogwarts, somos una familia muy pobre y humilde, y solo pudimos pagar libros y túnicas de segunda mano, somos de casas diferentes, soy una negada tanto para pociones como para realizar correctamente un hechizo... somos muy diferentes, pero aún así, tú me ayudaste ese día, no tengo nada con que obsequiarte, pero puedo ofrecerte mi amistad.

Un incómodo momento de silencio se interpuso entre ellos, entonces Tom suspiró, y sin apartar la mirada de su libro respondió.

  • Lárgate.

No podía creerselo, la joven Gryffindor estaba apunto de arrancar a llorar, pero fue fuerte, se mordió el labio inferior e hizo lo posible por contener las lágrimas, cerró los ojos y le dio la espalda para salir del Gran Comedor, antes de acabar llamando demasiado la atención.

  • Espera. - Rinowell se detuvo al escucharle, entonces se giró y le miró nuevamente con sus empapados ojos. - no pienses que somos tan diferentes.

No comprendió aquellas palabras, pero sentía como si Tom acabara de confiarle algo que no le contaría a cualquiera.

Rinowell abandonó el Gran Comedor, quedándose sentada en los escalones de marmol que conducían al piso superior. Hacía lo posible por contener sus lágrimas, mientras buscaba en su interior y se preguntaba a sí misma porque le afectaba tanto no poder acercarse a Tom, y entonces, alguien que pasaba por allí, se detuvo delante de ella.

  • Buenos días, ¿por qué no estás desayunando con los demás?
  • ¡Pro.. profesor Dumbledore! - Rinowell se pasó la manga de la capa por su rostro para secarse las lágrimas que podían haberle caído.
  • ¿Ocurre algo señorita Taylor? - le preguntó el profesor.
  • N..no, no es nada profesor, discúlpeme, debo irme a clase.

La joven Gryffindor se levantó de inmediato para irse escaleras arriba.

  • Señorita Taylor. - al escuchar nuevamente la voz del profesor Dumbledore se detuvo, sin ni si quiera girarse para mirarle. - sea prudente, sepa elegir bien sus amistades.

Con estas palabras, el profesor Dumbledore se marchó, dejando a Rinowell en mitad de la escalera preguntándose que había querido decir, ¿saber elegir bien sus amistades? Ella no tenía muchos amigos, pero sin embargo, había un chico al que quería acercarse, ¿habría querido referirse a ello el profesor Dumbledore?

Subió las escaleras camino de la primera clase del día, Historia de la Magia. Aún era temprano, pues se había ido antes de hora del Gran Comedor, y aún faltaban algunos minutos para empezar las clases.

Se acercó a una de las ventanas del pasillo, y allí se quedó mirando a través ella, perdida en sus pensamientos, sin lograr entender el comportamiento de Tom, y entonces, le dio un vuelco el corazón, pues algo divisó por la ventana, alguien se estaba adentrando en el Bosque prohibido, miró hacia atrás antes de entrar, comprobando que nadie le seguía, y entonces fue cuando la joven Gryffindor pudo ver de quien se trataba.

  • ¿Tom?... ¿a donde vas?...