No es la primera vez que hablo de Star Wars en una entrada del blog, y es que sin duda, como amante de esta saga la idea de explotar al máximo su enorme universo expandido es muy tentadora, siempre he querido escribir algún relato basado en dicho universo, y así fue como se me ocurrió la idea de escribir este fanfic de tres capítulos con personajes originales, situado entre "La Venganza de los Sith" y "Una Nueva Esperanza", así que aquí os dejo con el primer capítulo y espero que os guste ^-^
Star Wars: Seguidores del Imperio - Capítulo uno: Siguiendo mis ideales
Una noche más como otra cualquiera en la que me tocaba llevar a cabo la misma tarea de siempre, empezaba a estar algo cansado de ello y deseaba ganarme su confianza de una vez por todas para que pudiera confiarme algún trabajo más emocionante, pues estaba aborreciendo ya bastante la aburrida tarea de vigilar, siempre consistía en lo mismo, quedarme fuera con los ojos bien abiertos por si se acercaba alguien sospechoso con aparentes intenciones de interrumpir los negocios que mi compañero estuviera llevando a cabo dentro, normalmente en tabernas de mala muerte, almacenes viejos o hangares abandonados.
Esta vez había tocado en una pequeña taberna en los
barrios bajos de Coruscant, justamente el planeta que peores
recuerdos me traía, posiblemente el lugar de toda la galaxia que
menos ganas tenía de visitar, pero así eran las cosas en estos
tiempos que corrían, no tenía mucho derecho a protestar al fin y al
cabo, y si quería permanecer con él, no tenía otro remedio que
callar y obedecer.
Por si no fuera ya suficiente incómodo estar en aquel
lugar, todavía me ponía más nervioso con cada persona o criatura
que se cruzaba en mi campo de visión, pues me encontraba en la
esquina de un callejón donde tenía buena visibilidad, desde allí
veía perfectamente la entrada de la taberna, veía quien entraba y
quien salía, y en caso de ver a alguien sospechoso, tan solo tenía
que avisarle por el comunicador que tanto él como yo llevábamos en
la oreja, al menos era el único aparato que me había prestado el
cual llegaba a utilizar en nuestras misiones, ya que recientemente
por fin me había prestado un pequeño bláster, pero de momento, no
había tenido que utilizarlo.
Como era de esperar, un lugar como aquel era siempre
frecuentado por todo tipo de especies procedentes de diferentes
planetas y sistemas, los barrios bajos de Coruscant siempre habían
servido como escondite y refugio para delincuentes y criminales, los
cuales algunos pasaban a convertirse en mercenarios y
cazarrecompensas para ganarse la vida, y sin ninguna duda, aquel
había sido siempre un buen lugar para que los seres de esa calaña
encontraran trabajo a su medida, principalmente misiones que no
cualquiera aceptaría.
Por suerte, no parecía que fuera a estar esperando
mucho más tiempo, acababa de ver a mi compañero salir de aquella
taberna, miró hacia ambos lados de la calle como siempre para
asegurarse de que todo estaba en orden, y empezó a caminar con
disimulo hacia el callejón donde me encontraba esperándole.
Aun así, mi compañero volvió a mirar tanto a derecha
como a izquierda, se aseguró también de que aquel callejón donde
había estado esperándole se encontrara totalmente despejado, y
cuando finalmente centró su atención en mí, me respondió.
- Al parecer esta misma media noche, una banda de piratas
tiene intención de hacer negocios con los de arriba, contrabando de
armas según me ha dicho, así que nuestro cliente nos ha contratado
para que impidamos el encuentro, nos apoderemos de las armas, y
después ya veremos lo que hacemos, aunque por las pintas que
tenía... me da la sensación de que su intención es entregarlas al
pueblo, ciertamente no me importa lo que haga con ellas, prefiero
que esas armas caigan en manos de cualquiera y puedan defenderse con
ellas antes de que las tengan los cabeza-cubos.
Tras explicarme nuestra próxima misión, mi compañero
volvió a mirar a su alrededor asegurándose de que nadie tenía su
atención puesta en nosotros, su rostro era tan serio como de
costumbre, aunque a decir verdad, me había hecho ya una ligera idea
de que los de su especie aparentaban siempre ser así, pues se
trataba de un zabrak adulto, con sus característicos y pequeños
cuernos en su cabeza, su piel era de una tonalidad marrón ni muy
oscura ni muy clara, era de constitución robusta, y en cuanto a su
vestimenta, bajo aquel poncho viejo y andrajoso que solía llevar
puesto por encima, acostumbraba ocultar una no muy gruesa armadura
sobre la que siempre vestía prendas con tonalidades de camuflaje.
- Claro, ni que fuera la primera vez que lo hacemos... - dejó de mirar a nuestro alrededor para responderme con indiferencia. - ¿Qué pasa? ¿Es que no te ves preparado? Si no quieres hacerlo ya sabes que eres libre de marcharte cuando quieras.
Pero no me vi con fuerzas de responder, tan solo me
limité a asentir y desviar mi mirada hacia otro lado, entonces con
un gesto de su cabeza me indicó que nos pusiéramos en marcha, así
que en silencio y sin protestar, empecé a caminar tras él mientras
avanzábamos por aquellas mugrientas y malolientes calles de los
barrios bajos de Coruscant.
Odiaba a la República, aunque ya no existiera, pero
frecuentar zonas como aquella me ayudaba a enterarme de que todavía
quedaban pequeños grupos rebeldes que deseaban que el antiguo
gobierno volviera y que además cada vez más personas se unían a la
causa, era en momentos así cuando me encontraba realmente perdido,
como si estuviera en el bando equivocado, ¿tan terrible era estar a
favor del Imperio? Yo no lo veía así, pero también era cierto que
en estos tres años había tenido que espabilarme, me quedé
completamente solo, y tuve que ideármelas como pude para sobrevivir,
aunque aquello significara ocultar mis ideales imperialistas, ya que
no tardé mucho en darme cuenta, de que sobreviviría más tiempo si
así lo hacía y que también evitaría ganar enemistades.
Fue entonces cuando conocí a Brishnak, el zabrak que
ahora mismo caminaba delante de mí, él me acogió cuando no tenía
ninguna obligación de hacerlo, a regañadientes pero lo hizo, tal
vez le di lástima al ver que no tenía a donde ir y que no duraría
mucho tiempo más si continuaba vagando solo por las calles, y a
pesar de que sabía que no era más que un cazarrecompensas que se
ganaba la vida aceptando encargos de todo tipo, cualquier cosa era
mejor que continuar solo, aquella era mi única y mejor opción si
quería sobrevivir.
Desde entonces mi vida cambió, pues dentro de lo que
cabía siempre había llevado una vida bastante tranquila junto a mis
padres, no tenía mucho de lo que quejarme, y aunque después de tres
años junto a Brishnak todavía continuaba siendo un niño cualquiera
de raza humana, al menos ahora era un niño que había aprendido a
sobrevivir gracias a aquel zabrak, me había enseñado a espabilarme,
a robar, a mentir, e incluso me había enseñado a defenderme un
poco, lo justo, supongo que para que pudiera valerme por mí mismo y
no ser una carga para él, pero al menos, al fin y al cabo con el
paso del tiempo parecía que me había convertido en su socio, o al
menos, quería pensarlo de aquella manera y esperaba que él también
me viera así.
Entonces finalmente abandonamos aquellas calles, todavía
era temprano pero tampoco era plan de estar perdiendo el tiempo, no
quise preguntar pero estaba prácticamente convencido de que nos
dirigíamos al lugar donde se llevaría a cabo el contrabando de esta
noche, algo apartado de los barrios bajos por lo que parecía, pues
acabábamos de adentrarnos en una zona algo más industrial, por allí
no vivía nadie, tan solo habían almacenes y algún que otro hangar,
así que no me cabía la menor de que nos encontrábamos en el lugar
acordado.
De pronto, cuando me encontraba algo distraído
observándolo todo a mi alrededor, vi como mi compañero me hacía un
gesto con su mano en señal de que disminuyera la marcha, entonces
nos agachamos para no ser vistos y en silencio nos dirigimos a
ocultarnos tras unos contenedores.
Desde nuestro escondite más o menos teníamos bien
controlada la situación, desde allí podíamos ver a un pequeño
grupo de piratas weequay vigilando la entrada de un almacén donde
seguramente guardarían las armas para el contrabando, la mayoría de
ellos iban bien equipados con pesadas vestimentas de camuflaje y
portando en sus manos blásters de todo tipo por si en cualquier
momento tuvieran que hacer utilidad de ellos, notándose con ello a
simple vista que realmente se trataba de un grupo de piratas bien
entendido en el mundillo de las armas.
Pero mi compañero no me respondió, continuaba con su
mirada fija en aquel grupo de piratas, y a decir verdad ya llevaba un
buen rato que le notaba algo diferente, no le veía como siempre,
estaba como distraído aunque aquello fuera muy raro en él ya que no
solía despistarse nunca en mitad de un trabajo, ¿le preocuparía
algo? ¿tal vez no le agradaba la idea de que el Imperio estuviera
involucrado en aquello? No era la primera vez que aceptábamos un
trabajo con el Imperio de por medio, aunque de alguna manera esta vez
parecía diferente, como si estuvieran más involucrados que en las
ocasiones anteriores, ¿era tal vez eso lo que le preocupaba a mi
compañero? En cualquier caso, no consideré que fuera el mejor
momento para preguntarle.
- Pero tampoco tendría porqué salir mal, ¿no? Quiero decir... tan solo es un contrabando de armas con el Imperio... recogen el pedido, reciben la recompensa y se marchan.
Con mi respuesta de alguna manera había conseguido que
Brishnak dejara de mirar al frente y centrara su atención en mí,
parecía que quería decirme algo pero finalmente de su boca terminó
por no salir ni una sola palabra, además de que fue entonces en ese
momento, cuando algo que acababa de aparecer en escena atrajo
completamente nuestra atención.
Volvimos a mirar al frente de inmediato en cuanto un
sonido ensordecedor que se acercaba empezó a apoderarse de nuestros
oídos, no es que se tratara de una nave muy grande, pero allí
enfrente del almacén algo estaba aterrizando, y para mí, que me
había considerado desde siempre un gran seguidor en secreto del
Imperio, tardé escasos segundos en reconocer que se trataba de un
transportador imperial.
En cuanto aquel transportador aterrizó, las grandes
puertas del almacén se abrieron para dar paso al que seguramente
sería el líder de la banda de piratas, un weequay como otro
cualquiera escoltado por otros dos bien equipados con blásters
pesados.
Entonces los motores de aquel transportador se quedaron
en el más absoluto silencio, en el mismo silencio en el que nos
habíamos quedado todos los presentes como si estuviéramos esperando
algo, un silencio que tan solo se vio interrumpido cuando de pronto
su trampilla empezó a descender para que de inmediato un grupo de
soldados de asalto imperiales empezaran a bajar por ella, todos
enfundando sus respectivos blásters de asalto en sus manos.
No podía evitarlo, de alguna manera siempre que los
veía sentía algún tipo de admiración hacia ellos, los veía como
un icono de defensa de la galaxia, incluso siendo más niño había
llegado a desear en más de una ocasión convertirme en uno de ellos
cuando fuera mayor, luchar al lado del Imperio por una galaxia más
justa, pero en esta ocasión era diferente, por algún motivo que
todavía desconocía, no lograba sentir por ellos la misma admiración
que sentía siempre, algo fallaba, algo que no tardaría en descubrir
de qué se trataba, mismo motivo por el cual tal vez, Brishnak
parecía estar tan preocupado.
Pero no solamente los soldados de asalto habían venido
en aquel transportador, alguien más quedaba dentro, era de esperar
que tendría que haber alguien encargado de darles las órdenes,
alguien, que se encontraba ahora mismo bajando por la trampilla.
Por suerte, no iba a tardar mucho en salir de dudas, con
tan solo su presencia sentí que todo a mi alrededor se detenía, se
me hizo un nudo en la garganta también, pues pese a que ya había
escuchado hablar de él en varias ocasiones, era la primera vez que
lo tenía ante mis ojos, y lo que tan solo con verle me transmitía,
no era precisamente la idea perfecta que me había hecho si algún
día llegaba a conocerle.
Entonces uno de los soldados de asalto se le acercó,
deteniéndose a escasos pasos para dedicarle una pequeña reverencia
de respeto.
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