Esta primera historia se titula El camino del mago, y trata sobre las enseñanzas de un anciano mago a su joven alumno, espero que os guste ^^ y gracias por leer~~
El camino del mago
Era una cálida y apacible tarde de otoño, los rayos de sol se
asomaban a través de las ramas de los árboles, el viento soplaba
sin fuerzas, todo acompañaba a este ambiente de tranquilidad. Aún
no sabía porque su maestro le había llevado hasta aquel bosque, tal
vez quería mostrarle algo, o quizá solo quería continuar con su
adiestramiento, muy pronto, saldría de dudas.
Allí solo se encontraban ellos dos, maestro y pupilo, las hojas
secas caídas crujían bajo sus pies, mientras caminaban por la senda
del tranquilo bosque.
- Maestro, ¿que hemos venido a hacer aquí? - era joven, pero muy inteligente y curioso; a sus diez años de edad, ya había aprendido varios conjuros muy útiles. De pelo corto y negro como la noche, cubriéndole parte de sus ojos verdes como esmeraldas, su túnica de mago era de un tono morado apagado, al igual que su sombrero picudo. En su mano derecha portaba su bastón, bien pulido y siendo un palmo más alto que él.
- Paciencia jovencito, los magos tenemos que aprender a ser pacientes. - su anciano maestro, aparentaba ser una persona sabia y respetada. Era alto, tenía el cabello largo y grisáceo, lucía una larga barba de la misma tonalidad. En su arrugado rostro, tenía unos pequeños y azulados ojos. Su túnica y sombrero, eran de color gris oscuro, y ayudado por su robusto bastón, caminaba junto a su pupilo.
Caminaban a través del sendero del bosque, deteniéndose con
frecuencia para examinar y recoger hiervas, plantas y hongos, que
podrían serles de utilidad para realizar pociones. Después de una
larga caminata, el anciano mago se sentó en el tronco de un árbol
tumbado junto al borde del camino.
- Hacía mucho tiempo que no venía por este bosque. - el anciano mago se quitó el sombrero para secarse el sudor de su frente con la manga de la túnica.
- Maestro Gryndford, ¿cuando va a decirme lo que buscamos? - le preguntó el joven mago.
El anciano apoyó sus nudosas manos sobre sus rodillas, recuperando
el aliento después de la larga caminata.
- Hoy aprenderás una importante lección. - empezó a explicarle su maestro. - dime Noin, ¿que hemos estado haciendo desde que hemos entrado en este bosque?
- Pues, hemos estado recolectando hiervas, plantas y hongos para hacer pociones. - contestó el joven mago.
- Muy bien, como ya sabes, en los bosques podemos encontrar muchos ingredientes para hacer pociones, pero sin embargo, no todos crecen en el suelo y en los árboles.
- ¿Que quiere decir maestro? - preguntó el aprendiz de mago.
- Algunas pociones más complicadas, se realizan con ingredientes procedentes de animales y otras criaturas, como pelos, colmillos, cuernos o incluso la propia sangre. - Gryndford suspiró. - Hoy, estamos en este bosque en busca de colmillos de troll, un ingrediente muy útil para realizar pociones.
Noin nunca había visto un troll, solo había escuchado acerca de
ellos en cuentos de hadas para niños y en algún que otro relato que
su maestro Gryndford le había contado. Sabía que eran seres
gigantescos y monstruosos, de unos tres metros de altura, dotados de
una gran fuerza y dura piel, pero poco inteligentes, incluso no
estaba seguro de si tendrían la capacidad de hablar.
- ¿Y encontraremos trolls en este bosque? - preguntó Noin muy intrigado.
- Oh si, desde luego que si, hay trolls viviendo por aquí. Debemos ser cautos Noin, se enfurecen con facilidad, y no querrás que acabemos siendo su cena, ¿verdad?
Ambos magos se pusieron de nuevo en camino, continuaron por la senda
del bosque, hasta que salieron de ella para adentrarse entre los
árboles y la maleza. Noin seguía a su maestro, si él ya había
estado allí con anterioridad, sabría donde se ocultaban los trolls.
- No andan muy lejos... - murmuró Gryndford.
Llegaron a una pequeña zona donde los árboles parecían haber sido
arrancados, la vegetación que brotaba estaba algo seca y marchitada,
y en el medio, yacía un ciervo muerto.
- ¿Han sido los trolls? - Noin tartamudeó al contemplar al pobre ciervo sin vida.
- Si, hay pisadas enormes por todas partes. Los trolls atacan a los animales para conseguir su propia comida. - explicó el anciano mago.
Tan absorto se había quedado Noin observando el cuerpo sin vida del
ciervo, que no se había percatado del olor pestilente que envolvía
el lugar.
- Si, los trolls desprenden un olor muy desagradable, es fácil seguirles el rastro, por aquí. - Gryndford señaló hacia delante con su bastón y ambos magos continuaron la búsqueda.
A medida que iban avanzando por el bosque, el olor iba
incrementándose, Noin tuvo que taparse la nariz en varias ocasiones
con la manga de su túnica. Gryndford se dirigió a su alumno,
haciéndole una seña para que caminara en silencio. Lentamente, se
acercaron a unos matorrales, ocultándose tras ellos para ver lo que
estaba ocurriendo.
Allí entre los árboles, se encontraba un troll devorando otro
ciervo muerto. Mediría casi tres metros de altura, su piel era
marrón grisácea, dura como una roca. Varios pelos enredados
brotaban de su cabeza, al igual que de otras partes de su cuerpo como
brazos, pecho y espalda. A pesar de tener una ligera apariencia
humana, sus ojos eran pequeños y negros como la noche, su nariz
enorme y sonrojada, y sus amarillentos dientes se asomaban en su gran
boca.
- ¿Y ahora que hacemos? - susurró Noin sin apartar la mirada del troll.
- Debemos enfrentarnos a él, solo así podremos arrebatarle uno de sus colmillos.
- ¿Pero como vamos a hacerlo? Mide casi tres metros, y debe tener una fuerza sobrehumana.
- ¿Olvidas que somos magos? - bajo la nariz de Gryndford se dibujó una pequeña sonrisa. - los trolls tienen una piel muy dura, es difícil herirles con armas como espadas, pero su resistente piel no les defiende tan bien contra los hechizos, adelante, tu harás el primer movimiento.
Obedeciendo a su maestro, Noin salió de la maleza y se puso ante el
troll. Sentía algo de temor por la bestia que tenía delante, pero
sabía que su maestro se encontraba oculto tras él, y que no dudaría
en ayudarle si fuera necesario.
Al ver al pequeño mago aparecer ante él, el troll lo miró
extrañado y soltó los restos del ciervo muerto que estaba
devorando.
- ¡No te muevas! - Noin apuntó al troll con su bastón, la bestia le mirara aun más extrañado. Le temblaba el pulso, podía apreciarse como su mano hacía tambalear su bastón.
Entonces, el troll lanzó un rugido provocando que los pájaros
alzaran el vuelo, Noin retrocedió un par de pasos, y la bestia se
acercaba a él lentamente.
- ¡Impacto! - le lanzó el primer hechizo que le vino a la mente, consistía en una especie de impacto mágico, como una especie de empujón invisible que hacía retroceder al enemigo.
Pero su hechizo Impacto no era tan poderoso como podía serlo el de
su maestro, solo provocó que el troll diera un paso hacia atrás y
que su nariz y boca sangraran un poco. El maloliente troll miró de
nuevo a Noin, pero ahora su rostro no era de confusión, si no de
ira.
Después de un segundo rugido, el troll se abalanzó sobre el joven
mago con rapidez, que con suerte pudo esquivar el gran manotazo de la
bestia. El enorme troll atacaba usando sus enormes manos, Noin
esquivaba los golpes como podía, rodando por el suelo y pasando a
través de sus piernas, hasta que un manotazo le golpeó haciéndole
caer, en el preciso momento en el que Gryndford salió en su ayuda.
- ¡Chispas del Fénix! - del extremo de su bastón, surgió un fénix de fuego que empezó a revolotear sus alas al rededor del troll, haciendo que chispas de fuego salieran de ellas.
El troll gemía de dolor mientras retrocedía, oportunidad que
aprovechó Noin para levantarse. Gryndford alzó su bastón de nuevo,
dirigiendo con él al fénix de fuego que impactó contra el troll.
- Es tu oportunidad Noin, tu debes acabar con él y coger uno de sus colmillos. - Gryndford hizo desaparecer al fénix de fuego.
Noin no sabía muy bien que hacer, el troll yacía en el suelo medio
inconsciente. Sujetó su bastón con fuerza, pensando si debía
pronunciar su próximo hechizo.
Poco a poco, el troll iba recuperando la consciencia, haciendo lo
posible para volver a levantarse. Noin continuaba apuntándole con su
bastón mirándole a los ojos.
- Lo siento Gryndford, no puedo hacerlo. - Noin bajó su bastón. - creo que jamás llegaré a ser un gran mago si no soy capaz de algo como esto.
Gryndford no le respondió de inmediato, se acercó a Noin y le puso
la mano en el hombro.
- Al contrario, Noin, has pasado la prueba. - Gryndford le sonrió.
- ¿Que he pasado la prueba? ¿Que quiere decir?
- Has tomado la decisión correcta, ser un mago no significa llegar a tal extremo que tengas que arrebatarle la vida a otras criaturas para conseguir poder, es el error más grave que un mago puede llegar a cometer. - el anciano hechicero adoptó una posición más seria. - Muchos de ellos se obsesionan con la idea de conseguir más poder, y cegados con ello, buscan nuevas maneras de conseguirlo, y para ello llegan a aprender poderosos hechizos prohibidos y acaban con la vida de criaturas como trolls, duendes y dragones, solo para conseguir ingredientes para sus peligrosas pociones.
Ahora Noin lo comprendía todo, no estaban en aquel bosque para
conseguir colmillos de troll, su maestro quería que aprendiera que
para ser un gran mago y conocer todos los secretos de la magia, no
era necesario llegar a acabar con la vida de otras criaturas, ni
llegar a obsesionarse con el aprendizaje de conjuros prohibidos.
- Seguir el camino de la sabiduría, sin necesidad de utilizar tus conocimientos para hacer el mal, ese es el camino del mago. - y con ello, Gryndford dio la lección por finalizada.
Ya solo quedaba solucionar el asunto del troll, Gryndford se acercó
a él y usó sus poderes mágicos para curar sus heridas, intentó
pedirle perdón por haberle atacado de manera que pudiera entenderlo,
y finalmente, no supieron si fue por que el troll lo comprendió o
porque tenía miedo de los poderes de Gryndford, pero se marchó,
perdiéndose en la espesura del bosque.
- ¿Cuál será la próxima lección maestro? - le preguntó Noin muy emocionado.
- Eres muy joven para querer aprender tan deprisa Noin, ¿la próxima lección? Pues aun no estoy del todo seguro, déjame pensar...
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