Lamento si se repite de nuevo la temática, pero llevo ya una larga temporada en la que me ha dado muy fuerte con Star Wars, y la idea de escribir sobre este maravilloso universo me atrae demasiado, y en esta ocasión, este nuevo fanfic estará centrado cinco años después de los acontecimientos ocurridos en "El Retorno del Jedi", siendo nuevamente una historia con personajes originales ideados por mí, así que sin más demora, os dejo con el primer capítulo~
Star Wars: A escondidas del Imperio - Capítulo Uno: Fugitivos
Ni siquiera era ya muy consciente del tiempo que
llevaríamos allí, ¿dos semanas? ¿tres? ¿un mes tal vez? Como
bien decían algunos de mis compañeros, lo mejor sería no pensar
demasiado en ello, y más teniendo en cuenta lo agotador que ya era
de por sí el planeta en el que nos encontrábamos.
Era la misma escena de cada día, me encontraba allí en
aquel pequeño poblado formado prácticamente por tiendas de lona y
tenderetes, rodeado por especies de todo tipo, cada uno de ellos
ocupándose de sus propios asuntos después de haber llegado hasta
allí desde diferentes rincones de la galaxia, mientras que yo,
intentaba llamar la atención lo menos posible, evitaba el contacto o
conversación con cualquiera de ellos mientras me ocupaba de mis
tareas también, las mismas de cada día desde que habíamos
terminado en aquel planeta tan desolador, pues me encontraba
limpiando algunas de las piezas que había recogido en el día de
hoy, comprobaba también si funcionaban o si al menos se encontraban
en buen estado, ya que si quería intercambiarlas por otras piezas o
mejor todavía, por algo de alimento, tenía que asegurarme bien de
ello primero.
Entonces tan distraído me encontraba limpiando la arena
que contenía un transmisor, que no me percaté de la llegada de uno
de mis compañeros el cual acababa de dejar una pesada mochila sobre
la mesa donde me encontraba trabajando.
Con cierto aire malhumorado, empezó a desatarse el
andrajoso turbante que cubría parte de su rostro y de su cabeza y lo
dejó sobre la mesa. Se llamaba Clucktus, de raza humana al igual que
yo, rondaría los cuarenta años, era alto y de constitución normal,
ni muy delgado y ni tampoco aparentaba ser excesivamente robusto.
- Bueno... en un viejo X-Wing he encontrado unos transmisores que parecen estar en buen estado, tal vez me den algo por ellos...
- Pues apresúrate, debemos volver a nuestra nave cuanto antes. - y volviendo a coger su mochila, dio media vuelta para buscar a alguien con quien intercambiar las piezas que había encontrado hoy, por lo tanto me vi obligado a apresurarme y hacer lo mismo también.
Pero mucha suerte no iba a tener hoy, nadie quiso
intercambiarme los transmisores a pesar de que había hecho todo lo
posible para intentar aparentar que se encontraban en el mejor estado
posible, así que no tuve otro remedio que acudir a Unkar Plutt, un
desagradable crolute el cual tenía su negocio allí montado en el
Puesto de Avanzada de Niima, se encargaba de inspeccionar y
recolectar las piezas que los chatarreros le ofrecían a cambio de
algo de alimento, y no es que fuera muy generoso con ello
precisamente, pues no esperaba más de media porción de comida a
cambio de los dos transmisores, pero aquello era lo que había,
protestar no serviría de nada con Unkar Plutt, o lo tomaba, o lo
dejaba.
Entonces guardé la media porción en una pequeña bolsa
de terciopelo que colgaba de mi cinturón y me marché de allí para
reunirme con mi compañero el cual me esperaba fuera de aquella
agrupación de tiendas de lona y puestos de venta de chatarra.
No iba a ser precisamente un paseo agradable hasta
nuestra nave, nos habíamos asentado a unos cinco kilómetros del
Puesto de Avanzada de Niima, en un pequeño oasis que tuvimos la
suerte de encontrar al aterrizar en este planeta, y a pesar de que yo
me había criado en otro planeta árido y desértico como este en el
que nos encontrábamos, caminar sobre la arena bajo aquel sofocante
Sol tras mi compañero el cual ni me dirigía la palabra, llegaba a
ser algo bastante agotador.
Y dentro de lo que cabía, podría decirse que Clucktus
llevaba razón con aquellas palabras, pues mi planeta de natal era
Tatooine, me críe en Mos Eisley para ser más exactos, y a pesar de
que era también un planeta cálido como Jakku, ni mucho menos
alcanzaba sus altas temperaturas ni tampoco llegaba a ser ni tan
árido ni tan desértico.
Pero poco más había que contar sobre mí, a pesar de
lo dura que había sido siempre mi vida, estaba convencido de que
muchos jóvenes de mi edad habían pasado por lo mismo, tenía
dieciséis años y me quedé huérfano a los diez, mis padres no eran
más que unos pobres granjeros los cuales no podían pagar los altos
impuestos del Imperio Galáctico y acabaron pagándolo con sus
propias vidas, entonces aquella banda de cazarrecompensas me
encontró, y a pesar de que en un principio algunos miembros no
estuvieron muy a favor de recoger a alguien tan joven, terminaron
entrando en razón al ver que podían utilizarme como “chico de los
recados”
Y así habían sido prácticamente mis últimos seis
años, con el tiempo me fui ganando poco a poco la confianza de la
banda, incluso ya me dejaban llevar un pequeño bláster aunque más
bien me dio por pensar que lo hicieron para que pudiera defenderme yo
solo y no resultar una carga, pero todo estaba bien, aquello era lo
que había, no me veía en el derecho de protestar mucho después de
que en su día se tomaron la molestia de haberme recogido.
El Sol empezaba a ocultarse ya entre las dunas cuando
llegamos a nuestra nave, y la verdad es que siempre que la veía, me
pregunta cómo era posible que todavía continuara funcionando, pues
en un principio se trataba de un viejo y grande transporte de tropas
de asalto que la Antigua República utilizaba en las Guerras Clon, y
si digo “en un principio” es porque a lo largo del tiempo, había
ido sufriendo diferentes modificaciones para poder adaptarla a largos
viajes espaciales y por supuesto que también contara con la
capacidad de poder saltar a la velocidad de la luz.
Al llegar allí, algunos de los miembros de la banda se
encontraban montando guardia, había un par de humanos, un
trandoshano y nuestro droide de serie IG, todos iban bien equipados y
armados con blásters de diferentes tipos, permaneciendo bien atentos
por los peligros que aquel panorama desértico pudiera ofrecernos.
- No me lo digas... ¿Has cambiado las piezas de hoy por néctar knockback? - fue uno de los humanos de los que estaban montando guardia quien le preguntó, una pregunta que vino cargada con cierto aire de decepción, pero antes de obtener su respuesta, Clucktus abrió uno de los frascos para darle un trago lo suficientemente largo como para calmar su sed por completo.
- ¿Y qué importancia tiene? ¿Acaso has sido tú el que se ha pasado todo el día bajo el Sol rebuscando en la chatarra? - se secó la barbilla con la manga de su fina chaqueta sin importarle lo más mínimo la tierra que llevaba en ella, entonces fue cuando comprendí lo que ocurría, Clucktus había cambiado las piezas que hoy había recogido por dos frascos de néctar knockback, que por lo que tenía entendido, se trataba de una especie de bebida alcohólica que podría obtenerse al raspar los líquenes que creían en aquel planeta, y por lo que había escuchado, era la única bebida de ese tipo que podía obtenerse por allí. - Estoy más que harto de este basurero... - y cogiendo ambos frascos, se marchó de allí posiblemente no muy lejos pero sí lo suficiente para quedarse a solas sin que nadie pudiera molestarle mientras disfrutaba de su apreciada recompensa obtenida en el día de hoy.
No cabía la menor duda de quien era la “oveja negra”
del grupo, me quedé mirando como se marchaba mientras que aquel
hombre que había intentado plantarle cara se me acercó.
- Bueno... la verdad es que no hubo mucha suerte hoy, pero si me pongo ahora mismo a ello antes de que termine de ponerse el Sol tal vez encuentre alguna pieza útil en alguna nave estrellada de por aquí cerca.
- Olvídalo... podrías perderte y las noches pueden llegar a ser algo frías por aquí, anda pasa adentro... el jefe quiere verte. - que el jefe de la banda quisiera verme no sabía muy bien lo que podría significar, pero tampoco quise hacerle esperar demasiado así que me adentré en la nave con intención de comprobarlo.
Tal y como me imaginaba, se encontraba allí en la
pequeña base de operaciones tan improvisada de la que nuestra nave
disponía, sentado sobre una pequeña silla giratoria mientras
observaba un panel de datos en el que aparecían diferentes planetas.
Se hacía llamar Snull, y tampoco estaba muy seguro de
que fuera su verdadero nombre, pasaría claramente de los cuarenta
años, al igual que el resto de compañeros también contaba con una
constitución aparentemente fuerte, y por algunos rasgos de su
rostro, podría afirmarse prácticamente que había llevado una vida
dura de lucha constante.
- Siéntate. - con un leve gesto de su mano, me señaló un pequeño taburete que había frente a la mesa de mandos donde se encontraba, y asintiendo en silencio, me senté sobre él. - Veo que hoy no se ha dado muy bien, ¿verdad?
- Ciertamente no... además, ese apestoso crolute no es que sea muy generoso precisamente...
- Ya veo. - se le escapó un pequeño suspiro antes de continuar. - Sinceramente, tengo tantas ganas como tú de abandonar este planeta, estoy seguro de que los demás piensan igual, pero hasta que no nos aseguremos de que ya ha pasado el peligro, no podemos hacer mucho más, y en un planeta tan apartado como este estamos seguros, al menos por el momento.
- Pero no creo que a pesar de todo lo sucedido... el Imperio, o lo que queda de él, vaya a centrarse en perseguir a una banda de cazarrecompensas como nosotros, ellos todavía se encuentran en constante lucha con la Nueva República...
Un breve momento de silencio se apoderó del interior de
la nave, lo cual me hizo dudar de si había dicho algo fuera de
lugar.
Después de aquella explicación, otro momento de
silencio se interpuso entre nosotros, esta vez dando la sensación de
que ambos lo necesitábamos.
- En efecto. - al menos con la pequeña sonrisa que se había dibujado en su rostro, pude permitirme el relajarme un poco. - Como ya te he comentado, aquí en Jakku pasamos desapercibidos trabajando como chatarreros, no es un planeta en el que el Imperio haya tenido nunca interés, pero tampoco podemos permitirnos el quedarnos aquí para siempre, debemos estar en constante movimiento, y por eso te he llamado, tengo en mente cierto planeta en el que ahora podríamos ocultarnos por un tiempo, tú lo conoces bien, y me gustaría que me dieras tu punto de vista acerca de lo seguro que pudiera resultar que nos escondiéramos allí.
Al terminar su explicación, volvió a encender el panel
de datos que había visto nada más entrar en la nave y aparecieron
una serie de planetas en él, y al haber recurrido a mí para ello,
era de esperar que al menos, fuera a reconocer uno de ellos.
La idea empezó a parecerme disparatada en cuestión de
segundos, había pasado los diez primeros años de mi vida allí y no
fue precisamente agradable del todo, además, en ciudades como Mos
Eisley, acostumbraba a reunirse lo peor de la galaxia, desde
cazarrecompensas peores que nosotros, asesinos a sueldo o despiadados
fugitivos condenados en numerosos sistemas.
Me vi en mi propio derecho de tomarme el tiempo
necesario para pensar en ello, no era una decisión fácil, y no
precisamente por los angustiosos recuerdos que me traía aquel lugar,
sino más bien porque sabía de sobra la manera en la que funcionaban
las cosas por allí.
- Pero sigue siendo un planeta lejos de los dominios del Imperio, los Hutt no están interesados en nosotros, y ese tal Karrde tampoco, y quien sabe, tal vez incluso hasta nos pueda ofrecer algo de ayuda, a cambio de un elevado precio, claro...
De nuevo, vi necesario detenerme a pensar en ello, tenía
bien claro que nuestros días en Jakku ya estarían contados,
habíamos estado más de un mes haciéndonos pasar por simples
chatarreros para pasar desapercibidos, y a decir verdad, aunque
desconocía cual sería la situación actual de Tatooine después de
tanto tiempo, en cierto modo empecé a sentir cierta curiosidad por
ello.
- La tienes, pero me gustaría escuchar tu respuesta mañana al amanecer, por el bien de la banda más que nada... no nos conviene quedarnos mucho más tiempo por aquí, confió en ti, Nowel.
Iba a ser una noche larga, de eso no me cabía la menor
duda, al menos no me tocaba montar guardia, pero aun así, sabía que
iba a pasarme gran parte de la noche despierto pensando en lo que
mañana le diría a Snull, de ello dependería nuestro siguiente
destino, o tomábamos rumbo a Tatooine temporalmente, o nos tocaría
buscar una nueva ruta de escape.
Entonces escuché una voz que me llamaba, era algo que
no me había pasado nunca, no conseguí reconocerla, sonaba tan
débil, tan lejana... ni siquiera tampoco era capaz de describir si
me hacía sentir bien o mal, aquella sensación era algo tan nuevo
para mí, que todavía no era capaz de asimilar...
Y de pronto desperté, al igual que si hubiera
despertado de una pesadilla, empecé a notar mi frente empapada de
sudor al igual que también lo estaba mi cuello, tenía la boca
completamente seca, sentía mi pulso algo acelerado, y al menos,
aquel plácido panorama nocturno que de pronto me encontré ante mis
ojos, consiguió calmarme un poco.
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