miércoles, 29 de agosto de 2012

Harry Potter - Buscando el corazón de la serpiente - Capítulo 2


Segundo capítulo del fanfic de Harry Potter centrado en el primer año en Hogwarts de Tom Riddle, espero que os guste ^^ la semana que viene publicaré el tercer y último capítulo.



Harry Potter
Buscando el corazón de la serpiente
Capítulo 2


Sin ninguna duda era él, Tom acababa de entrar al Bosque Prohibido, estaba quebrantando una de las normas de la escuela, y además, no parecía que hoy fuera a tener mucha intención de asistir a clase.

Sus compañeros llegaron, y Rinowell entró en clase de Historia de la Magia junto con ellos, pero ya sabía que muy atenta a la clase no iba a poder estar, si Tom le parecía un chico misterioso, ahora se lo parecía mucho más.

Tenía una hora libre antes de la clase de Pociones, donde supuestamente volvería a ver a Tom, en caso de que hubiera vuelto de su escapada al bosque, claro. No sabía que hacer en esa hora, caminaba por el pasillo pensando en todo aquello, sus compañeros pasaron por su lado, dirigiéndose posiblemente a la sala común.

Pero ella no pensaba hacer lo mismo, cuando el último de sus compañeros giró la esquina del pasillo, dio media vuelta, dirigiéndose nuevamente a la ventana por la que había visto a Tom, pero allí no vio a nadie, había estado una hora dentro de clase, y no sabía si Tom habría salido del bosque o si aún seguiría en él.

Tan absorta estaba mirando por la ventana, que ni si quiera se percató de la presencia de la persona que se le acercaba por detrás.

  • Esto... ¡hola! - al escucharle, Rinowell se giró de inmediato con un sobresalto.

Se trataba de Benny Dankworth, un compañero de clase. Era tan bajito como ella, de pelo corto castaño y rizado, con unos tímidos ojos marrones que ocultaba tras sus enormes gafas, sus dientes eran algo más grandes de lo normal, y la verdad, no aparentaba ser un chico muy inteligente y muy seguro de si mismo, de hecho, era el más patoso de la clase.

  • ¡Menudo susto me has dado Benny! - exclamó Rinowell.
  • ¡Perdona! ¡No pretendía asustarte! ¡Lo siento! - se disculpó Benny haciendo reverencias una y otra vez.
  • Bueno... ¿Querías algo? - le preguntó Rinowell con la mano en el pecho.
  • Ah... ¡Si! Verás... me preguntaba si tenías compañero para el trabajo sobre unicornios que nos han mandado en la clase de Cuidado de Criaturas Mágicas. - le dijo Benny muy nervioso y sin atreverse a mirarle a los ojos.
  • Pues no, no tengo compañero. - le respondió.
  • Te... ¿te gustaría hacer el trabajo conmigo? - tartamudeó al decirselo, y parecía que el pequeño Benny se había preparado con anterioridad con que palabras proponerselo.

Rinowell suspiró, por unos instantes sintió lastima por Benny, y finalmente aceptó.

  • Está bien, quedamos en la sala común después de las clases de hoy para ir a la biblioteca a buscar información.
  • ¿De verdad? ¡Gracias! ¡Me esforzaré mucho, de verdad! - y así, el tímido Benny se marchó dando saltos de alegría.

Pero algo había empezado a inquietar a Rinowell, volvió a quedarse sola junto a la ventana, pensando en que Benny había dicho algo que le había hecho recordar, algo que había visto ese mismo día y no le quiso dar importancia hasta el momento, entonces trató de recordar, y no tardó mucho en encontrar lo que andaba buscando.

  • Unicornios... esta mañana Tom leía un libro sobre unicornios...

Pensó que tal vez Tom había empezado ya con su trabajo sobre estas criaturas, pero había algo que le escamaba, había escuchado rumores de que por muy difícil que fuera verlos, habían unicornios viviendo en el Bosque Prohibido, y si había alguien en Hogwarts capaz de adentrarse en él para comprobarlo, ese era Tom, ¿pensaba llegar tan lejos por un trabajo de clase?

Estaba segura de que Tom planeaba algo más, como compañera suya de clase, sabía que el joven Slytherin ansiaba expandir sus conocimientos, y tal vez no se conformaba con hacer el trabajo buscando solo información en los libros, si no que tambíen querría estudiarlos más de cerca.

Rinowell no quiso perder más el tiempo, aprovechó la hora libre para ir a la biblioteca, esperando averiguar porque Tom tenía tanto interés en estas criaturas.

No habían muchos estudiantes allí tan temprano, así que aprovechó la tranquilidad y el silencio de la sala para buscar detenenidamente en la sección de criaturas mágicas. Quedaban pocos libros que hablaran sobre unicornios, pero finalmente, encontró un ejemplar que parecía bastante completo.

Tomó asiento junto a una ventana abierta, abrió el libro sobre la mesa y empezó a curiosear. A medida que iba leyendo, más fascinantes le iban pareciendo los unicornios, y Rinowell empezó a pensar que era normal que Tom quisiera acercarse más a ellos, y viendo en las fotografías del libro lo hermosos que podían llegar a ser, a la joven Gryffindor también le despertó la curiosidad.

Quedaban pocos minutos de la hora libre, así que se apresuró en su investigación, pasó unas cuantas páginas hasta llegar a un capítulo que hablaba sobre las cualidades y propiedades mágicas de los unicornios, pensó que sería una parte interesante, justamente la parte donde alguien como Tom se detendría para estudiarsela, así que deteniendose en dichas páginas, empezó a leer detenidamente.

"Las partes más utilizadas de un unicornio son el pelo, el cuerno y la cola; todo ello puede ser utilizado como ingredientes para pociones o en núcleos para varitas. Pero si estas criaturas destacan por un elemento en particular, es sin duda por su sangre. La sangre de unicornio es capaz de mantener con vida a una persona que esté cerca de la muerte, pero ello conllevaría a tener media vida maldita desde el momento en que la sangre toque los labios de la persona, pues los unicornios son seres indefensos y puros, y matar a uno de ellos para salvar la vida sería considerado como un crimen."

Entonces Rinowell dejó de leer, quiso apartar de su mente los pensamientos que de pronto la invadieron, quería seguir pensando que Tom se había adentrado en el Bosque Prohibido para hacer, como de costumbe, el mejor trabajo de toda la clase, pero no pudo evitar acordarse de los rumores que estaban corriendo sobre él y sobre lo excéntrico que era, y no quiso imaginarse lo peor.

La joven Gryffindor abandonó la biblioteca, no sin antes pedir prestado el libro. Caminaba por los pasillos hacia la clase de Pociones, buscando respuesta a las incognitas que rondaban por su cabeza, pero confiaba en Tom, había podido conocer su lado bondadoso, y por mucho que las malas lenguas hablaran sobre él, sabía que era incapaz de llegar tan lejos.

Entonces pasó a la segunda incognita, los alumnos de primer año de Gryffindor y Slytherin ya estaban entrando en la clase de Pociones, y al entrar en ella, Rinowell se preguntaba si él aparecería, pero la duda fue resuelta en cuestón de segundos, pues Tom se encontraba sentado en el mismo lugar de siempre, como si hubiera sido el primero en llegar. No sabía si acercarse, esa misma mañana ya había sido rechazada por él, y no esperaba encontrarselo ahora de mejor humor, así que prefirió tomar asiento y echarle un ojo de vez en cuando.

Al finalizar la clase, Tom salió de ella como si llevara prisa, entonces Rinowell salió detrás suya, esperando averiguar donde iba su compañero, ¿pensaba volver al Bosque Prohibido? Seguía sus pasos en la distancia, subieron escaleras arriba para salir de las mazmorras, donde se encontraba la clase de Pociones, pero cuando Tom llegó al piso superior, Rinowell escuchó una voz que le saludó.

  • Buenos días Tom.

Rinowell la reconoció de inmediato, era la voz de Albus Dumbledore, el profesor de Transformaciones. Entonces la joven Gryffindor se detuvo en mitad de las escaleras, no sabía si quedarse allí, o si subir y pasar por delante de ellos disimuladamente. El resto de compañeros ya empezaba a subir por las escaleras tambíen, así que aprovechó la ocasión para subir con ellos.

Al llegar al piso superior, Rinowell avanzaba entre sus compañeros observando con disimulo a Tom y al profesor Dumbledore, encontrandose ambos frente a frente sin decirse palabra. Algo andaba mal, lo sabía, así que al girar la esquina del pasillo, se desprendió del grupo para quedarse allí, esperando poder escuchar a escondidas lo que el profesor tenía que decirle.

  • Hoy has faltado a mi clase, Tom, y la semana pasada también faltaste a otras dos asignaturas, ¿puedo saber a que es debido?
  • Lo lamento profesor Dumbledore, últimamente me quedo estudiando y adelantando trabajos hasta bien tarde, y suelo quedarme dormido por las mañanas. - le contestó Tom en un tono educado.
  • ¿Trabajos relacionados con unicornios tal vez?

La pregunta del profesor Dumbledore produjo un incómodo momento de silencio, entonces Rinowell se llevó la mano al pecho, se sentía como si estuviera más cerca de la verdad, una realidad la cual había hecho todo lo posible por apartarla de sus pensamientos, una realidad la cual no estaría dispuesta a aceptar.

  • Los unicornios son unas criaturas fascinantes, y con este trabajo estoy aprendiendo mucho sobre ellos. - le contestó Tom con el mismo tono de educación.

Entonces el profesor Dumbledore le miró más fijamente que nunca, sabía que Tom no le diría la verdad, y a pesar del pequeño temor que aquel niño le había hecho brotar en su interior, conservó la calma en todo momento.

  • Está bien Tom... - pasó por su lado para marcharse, tocándole el hombro con la mano. - pero deberías mantenerte alejado del Bosque Prohibido.

A pesar de que Dumbledore parecía estar al tanto de las escapadas de Tom, el joven Slytherin no se inmutó en absoluto, ni si quiera su rostro parecía mostrar asombro.

El profesor de Transformaciones se marchó, y al ver que Tom se iría por el pasillo en el que estaba escondida y al girar la esquina la vería, Rinowell se apresuró a marcharse de allí en el máximo silencio posible.

Caminaba a paso ligero, salió del castillo y avanzaba por sus terrenos dirigiendose a la próxima clase, Hervologia. Hacía todo lo posible por mantener su mente despejada, pero no podía dejar de pensar en Tom, y sus preocupaciones iban en aumento, sabía que acercarse demasiado a la verdad podría hacerle daño, pero si no salía de dudas, acabaría volviendose loca.

Bajaba por una colina a través de sus escalones de piedra que la conducirían a los invernaderos, donde se realizaba la clase de Hervologia, pero muy lejos no llegaría, pues para su sorpresa, había alguien en mitad de los escalones impidiéndole el paso, y ese alguien, parecía estar esperándole.

Rinowell parecía haber recibido un Petrificus Totalus, su inesperada presencia le había dejado sin habla, y allí estaba él, delante suyo, mirándole a los ojos sin parpadear, con su frío e inexpresable rostro habitual.

  • ¿Por qué tanto interes en seguir mis pasos? - le preguntó seriamente.
  • Ah... yo... - la joven Gryffindor no encontraba las palabras oportunas.
  • No estás en deuda conmigo, y mis asuntos son cosa mia, al igual que tampoco te interesaba lo que el profesor Dumbledore tenía que decirme.

Se quedó desconcertada, sabía que había estado escuchando su conversación con el profesor Dumbledore, ¿pero cómo? ¿acaso sabría también que sospechaba de él? ¿que su investigación sobre los unicornios iba más lejos que un simple trabajo de clase?

  • El Sombrero Seleccionador no se equivocó contigo, Gryffindor.
  • ¿Qué... qué quieres decir? - le preguntó Rinowell sin seguir muy bien lo que trataba de decirle.
  • Que se necesita mucho valor y coraje para seguir mis pasos, cualidades que sólo un Gryffindor tendría, olvida todo lo que el profesor Dumbledore dijo, no te interesa lo que debo hacer en el Bosque Prohibido. - hablaba mientras subía los escalones acercándose a Rinowell, entonces pasó por su lado, sin detenerse ante ella, a la joven Gryffindor le costaba mantener el ritmo de su respiración debido a los nervios, pero cuando su compañero ya había pasado de largo, se giró hacia él para formularle la pregunta de la que tanto había querido apartarse. - ¿Por qué vas tras la sangre de unicornio?

La pregunta de Rinowell no fue suficiente para hacer que Tom se detuviera, continuó subiendo los escalones de piedra, mientras que su compañera le miraba hasta que al llegar a la cima de la colina, le perdió de vista.

Ya llegaba tarde a clase de Hervologia, pero no le importaba lo más mínimo, ahora estaba ya segura del todo, acababa de confirmar su mayor temor, aquel el cual había intentado apartar de su mente durante todo este tiempo; Tom ansiaba conseguir sangre de unicornio, y para ello, parecía que incluso estaría dispuesto a quitarle la vida a uno de ellos solo para conseguirla, ¿proposito? Ni si quiera estaba segura de querer saberlo.

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