Star Wars: A escondidas del Imperio - Capítulo Dos: Travesía desértica
Habíamos partido de inmediato, era de esperar que a
Snull le agradaría la decisión que había tomado, y en cierto modo
y a pesar de nuestro nuevo destino al que nos dirigíamos, la idea de
abandonar aquel agotador planeta de una vez por todas también
conseguía animarme aunque fuera tan solo un poco.
Tatooine... demasiado tiempo llevaba sin pisar mi
planeta natal y sin saber nada de él, me preguntaba como irían las
cosas por allí, aunque me hacía a la idea de que tampoco habrían
cambiado demasiado, además, ahora mismo me preocupaba más el sueño
que tuve la noche anterior, el motivo que en parte ayudó a tomar
esta decisión, preferí no comentárselo a Snull, tampoco me hubiera
creído, es más, ni siquiera yo mismo terminaba de creerme lo que
estaba haciendo, era la primera vez que me dejaba llevar por un sueño
o por una visión, pero también era cierto que jamás un simple
sueño, me había hecho sentir de aquella manera.
Acompañado de algunos de mis compañeros, me encontraba
allí sentado sobre uno de los bancos de la parte trasera de nuestra
nave, lugar donde en su día las tropas de asalto clon eran
transportadas a la guerra, y en cierto modo, cuando viajaba allí no
podía evitar imaginarme como fueron las batallas que se vivieron en
aquella época, antes del Imperio, aunque todo aquello sonaba ya tan
lejano, que me resultaba prácticamente imposible de imaginar.
Entonces la puerta que comunicaba con la cabina de la
nave se abrió, dejando paso a nuestra vieja unidad R4 la cual empezó
a emitir una serie de pitidos para comunicarnos que nos estábamos
acercando a nuestro destino, y acto seguido, mis compañeros allí
presentes empezaron a prepararse.
Pero por mi parte, primero necesitaba comprobarlo con
mis propios ojos, así que me levanté y me dirigí a la cabina donde
Snull y el trandoshano se encontraban al mando.
Como ya le había aconsejado a Snull esta misma mañana
antes de partir, aterrizamos en pleno desierto, en una zona rocosa y
montañosa en la que solía jugar cuando era niño, estaba lo
suficientemente alejado de todo, y pensé que allí podríamos pasar
desapercibidos.
Pero no iba a consentir que aquellos recuerdos que
intentaron apoderarse de mí cuando estábamos aterrizando me
atormentaran, fui el último en bajar de la nave, pero tampoco me lo
pensé dos veces, estaba en casa después de tanto tiempo, y aunque
allí tampoco había gran cosa que ver, el aire familiar que se
respiraba de alguna manera me dio a entender que nada había
cambiado.
- Pues en mi opinión, al menos parece que esta vez no tendremos que pasar por chatarreros, ¿no crees? - fue el mandaloriano del grupo el único que le contestó.
- Di lo que quieras... pero hubiera preferido un planeta algo más fresco al ser posible.
- Este planeta, viejo amigo... no es ni tan cálido ni tan engorroso como lo era Jakku. - esta vez fue Snull el que intervino, pues por lo que había ido viendo a lo largo de estos años, al menos nuestra “oveja negra” parecía mostrar cierto respeto hacia el capitán. - Tal vez más peligroso y por lo tanto tendremos que andar con cuidado, pero a la hora de conseguir suministros y provisiones puede que lo tengamos algo más fácil.
Imaginaba que ante la palabra de Snull, no iba a tener
nada que decir, intentó aparentar que ignoraba el comentario y
volvió a mirar al frente como buscando en aquel desierto algo en lo
que centrar su atención.
Después de una breve explicación acerca de los
moradores y sobre los demás peligros que podrían acecharnos en el
desierto, Snull nos separó en parejas para asignarnos diferentes
tareas, y tras una media hora aproximadamente de preparativos,
estábamos ya listos para ponernos en marcha.
Al ver que hoy no iba a estar por la labor de hacer
mucho más, Clucktus fue el encargado de quedarse vigilando la nave
junto a otro compañero, sería el trandoshano mientras tanto quien
se encargaría de inspeccionar los alrededores para asegurarse de que
no había ningún peligro, y en cuanto a Snull y a Sephard, el
mandaloriano de la banda, se atrevieron con la tarea de adentrarse en
Mos Eisley en busca de provisiones y al ser posible también de algo
de información, pues convenía estar bien informado de la situación
actual del planeta.
- Este fue el acuerdo al que llegamos, ¿recuerdas? - fue
la única condición que le puse, pues a cambio de darle la
ubicación de algún lugar seguro en el que poder asentarnos en
Tatooine, le pedí que al menos, el primer día de nuestra llegada
me lo dejará libre para poder ocuparme de mis propios asuntos. -
Además, no estaré solo, Sniper vendrá conmigo.
Sniper era nuestro viejo droide de serie IG, al cual
bautizamos con ese nombre debido a lo diestro que llegaba a ser
principalmente con las armas de largo alcance.
Y así fue como nos pusimos en marcha, partimos de
inmediato con intención de poder aprovechar el día, con el ropaje
apropiado para un escenario tan desértico como aquel, mi pequeño
bláster colgado del cinturón, la mochila con los suministro
necesarios y la simple compañía de nuestro viejo droide de batalla.
- Si te soy sincero, Sniper... ni yo mismo lo sé. - y francamente era cierto, dejamos atrás nuestra nave para empezar a caminar sobre aquel terreno árido y rocoso, dejándome llevar tan solo por aquel sueño que tuve la noche anterior, y en más de una ocasión al pensar en ello, llegaba a sentirme hasta ridículo por creer que volvería a escuchar aquella voz en mitad del desierto revelándome alguna nueva pista para guiarme mejor.
Pero nada sucedió por el momento, mis oídos ya se
encontraban bastante atareados escuchando los pesados pasos metálicos
de Sniper sobre la arena caminando a mis espaldas, ni siquiera
hablábamos mucho entre nosotros, pero nuestro agradable paseo, por
llamarlo de alguna manera, no iba a tardar mucho en verse
interrumpido.
- Lo he escuchado amo Nowel, mis limitados sensores
detectan que sea lo que sea, se acerca a gran velocidad.
Con la escasa información que Sniper me había dado,
al menos pude descartar de la idea de que se tratara de una banda de
moradores de las arenas, lo cual me hizo pensar que hasta tal vez
podría tratarse de algo peor.
No podía arriesgarme a comprobarlo, era nuestro primer
día en Tatooine y lo echaría todo a perder, entonces rápidamente
miré a nuestro alrededor y lo único que encontré fue una
agrupación de rocas donde había crecido algo de vegetación,
bastante seca como era de esperar en aquel panorama, pero fue nuestra
única opción.
Entonces sentí un escalofrío recorriendo mi espalda,
me quedé completamente paralizado siendo tan solo capaz de seguir
con la mirada aquello que acababa de surcar el cielo sobre nuestras
cabezas a gran velocidad.
Aquello me dio a entender que tal vez nuestra estancia
en Tatooine no iba a ser tan tranquila como me hubiera gustado, lo
que acabábamos de ver no estaba dentro de nuestros planes, ni
siquiera Snull hubiera previsto algo así, pero era cierto, estaba
ocurriendo, y a pesar de que desconocíamos los motivos, el Imperio,
o lo que quedaba de él, había llegado a Tatooine.
Salimos finalmente de nuestro escondite cuando aquel
Caza TIE se encontraba ya lo suficientemente lejos como para no
detectarnos, me había quedado desconcertado, sin saber muy bien lo
que debería hacer ahora, incluso llegué a desear que en un momento
como aquel, pudiera volver a escuchar aquella voz y que me guiara, o
que al menos me diera alguna pista.
- Deberíamos seguir adelante, solo tengo el día de hoy para ocuparme de este asunto.
Respondí con un tono de voz algo seco y arrastrando
cierto aire de inseguridad en él, las cosas se habían complicado en
cuestión de segundos, y si queríamos regresar de una pieza, íbamos
a tener que permanecer más atentos de lo previsto.
Continuamos avanzando por aquel desértico escenario
bajo sus dos sofocantes soles, por suerte, yo estaba medianamente
acostumbrado al haber pasado allí los diez primeros años de mi
vida, aunque más de tres horas de larga caminata entre rocas y arena
acabaría agotando a cualquiera, así que aprovechando la sombra que
proyectaba cierta agrupación rocosa que tuvimos la suerte de
encontrar, tomamos un pequeño descanso que aproveché para beber un
poco y comerme una de las barritas energéticas que había cogido
para el camino.
No fue hasta entonces que me paré a pensar en como me
sentía realmente al estar en aquel lugar, era extraño pero ahora
mismo no sentía nada, ni pena, ni nostalgia... pero a su vez,
aprovechaba la ventaja de ya conocerme aquello para poder avanzar con
más facilidad a pesar de no saber hacia donde me dirigía, y de
pronto volví a recordar lo ridículo que llegaba a sentirme al
encontrarme allí en mitad de la nada dejándome llevar por un simple
sueño que tuve la noche anterior.
- ¿Cómo dices? - sacudí mi cabeza como si llevara intención de espabilarme con ello. - Podría ser cualquier cosa pero... aquí en mitad del desierto no es muy normal que se transmitan señales así, aunque supongo que lo mejor será que lo comprobemos.
Recogimos nuestro pequeño campamento y nos pusimos en
marcha de inmediato, avanzando cada vez con más cautela a pesar de
que por el momento, continuábamos sin encontrar nada a nuestro
alrededor.
- Aunque fui fabricado como droide de batalla, las modificaciones que usted mismo me aplicó funcionan correctamente, como en este caso en concreto el radar que llevo incorporado.
No tuve otra opción que sacar mis binoculares de la
mochila para comprobar si con ellos sería capaz de encontrar algo,
entonces allí a lo lejos algo detecté, aproximadamente a unos tres
kilómetros de donde nos encontrábamos.
Todavía tardamos casi una hora en llegar, y francamente
no esperaba que mi desilusión fuera a ser tan grande, pues era
cierto que se trataba de una vieja granja de humedad, pero se
encontraba en un estado bastante lamentable, estaba todo destrozado y
no quedada nada en pie, ni tampoco nada que saquear, claramente tanto
los moradores como los jawas ya se habían encargado bien de ello.
- Amo Nowel, según mis sensores, aquella señal que detecté fue enviada desde este lugar.
- ¿Estás seguro de ello?
- Completamente, posiblemente todavía quede alguna pequeña estación operativa en este lugar, por muy raro que parezca.
- Esto no me gusta nada... sea quien sea el que mandó aquella señal, tuvo mucha prisa por marchase antes de que alguien le encontrara aquí.
Entonces empezamos a investigar aquellas excavaciones
subterráneas tan típicas de las granjas de humedad, y como era de
esperar allí no quedaba nada en pie, la verdad es que cuanto más me
adentraba en aquel lugar, más me daba por pensar que aquella granja
no fue abandonada en su día sin más, sino que más bien parecía
que fue asaltada o al menos aquello era lo que me indicaban las
quemaduras de disparo de bláster que me iba encontrando.
- Amo Nowel, parece que alguien se acerca a gran velocidad.
Y con ello terminé de lamentar el haber venido hasta
aquí, si Spiner había sido capaz de detectarle y teniendo en cuenta
que se trasladaba a gran velocidad, no cabía la menor duda de que se
trataba de alguien montado sobre algún vehículo y que por lo tanto
eso disminuían nuestras posibilidades de escapar.
De pronto empezamos a escuchar aquello que se acercaba,
al menos no parecía tratarse de ningún Caza TIE como el que
habíamos visto hace un rato, pero tampoco iba a esconderme sin
comprobar de lo que se trataba, y con el mayor sigilo posible y
seguido de mi droide, avancé por aquellos pasillos subterráneos
hasta llega a la entrada de uno de ellos.
Llevé mi mano derecha hacia mi pequeño bláster y me
quedé acariciando el mango, entonces me asomé desde la entrada de
aquel túnel y allí arriba pude ver finalmente a los recién
llegados, también pude confirmar que habían venido montados sobre
un par de speeders, y con ello, empecé a maldecir lo tonto que había
sido por meterme yo solo en el peligro, pues el Imperio, acababa de
hacer acto de presencia.
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