Largo tiempo sin escribir una entrada nueva, meses... así que ya iba tocando hacer una, y aprovechando que los pasados días 6 y 7 de Abril se celebraron en Picassent las jornadas de rol, fantasía, manga y anime "Tierras Baldías", cuelgo el fanfic que presenté para el concurso de narrativa corta, ¿el ganador? un misterio, a día de hoy seguimos sin saberlo.
Sin más entretenerme, aquí os lo dejo~~
La última de nuestra especie
Ni el más sabio de nosotros hubiera podido predecirlo,
no me refiero a la catástrofe que estaba a punto de cambiar nuestro
mundo, si no a los acontecimientos y consecuencias que todo ello
conllevaría miles de años después. Yo tan sólo era una niña,
pero jamás podría olvidar aquel día, el día que noche tras noche
se repetiría como la más oscura de mis pesadillas.
La suave brisa zarandeaba mi largo cabello, los cálidos
rayos de Sol que acariciaban mi blanca piel me transmitían una
sensación muy agradable y apacible, el aire que respiraba era limpio
y puro, caminaba descalza muy a menudo para poder sentir la textura
de la hierva bajo mis pies. Corría dando grandes zancadas, hasta
llegar a detenerme en lo alto de una colina, cerré los ojos
esperando escuchar una respuesta, y como cada día, pude sentirlo.
Aquella respuesta me transmitía paz, tranquilidad, serenidad...
podía sentir el susurro del viento, el murmullo del agua, la calidez
de la tierra, la frescura de los bosques, el dulce aroma de las
flores... todo estaba bien.
- Buenos días, Gaia. - susurré.
Nuestro amado planeta rebosaba de energía y vitalidad,
abrí los ojos nuevamente y mire al cielo, estaba tan azul y
despejado como de costumbre, y tan despejado se encontraba, que pude
divisar una anomalía en él, algo inusual de lo cual carecía de
conocimiento necesario como para saber de que se trataba.
A cada instante que pasaba, daba la sensación de ir
haciéndose más y más grande, como si estuviera acercándose... de
pronto, escuché un susurro y un lamento, una extraña sensación de
temor y preocupación invadió mi cuerpo, no pude evitar sentirme
triste sin motivo aparente, pero entonces lo comprendí: nuestro
planeta tenía miedo, estaba asustado, una gran amenaza inminente
estaba a punto de caer sobre nosotros.
De lo acontecido seguidamente, tan solo tengo vagos
recuerdos, solamente recuerdo un gran resplandor seguido de un fuerte
estallido, nada más. Cuando abrí los ojos, me vino de repente un
fuerte dolor de cabeza, aun estaba medio aturdida, tenía la vista
borrosa y no era prácticamente consciente de lo que ocurría a mi
alrededor. Yacía en el suelo, notaba parte de mi cuerpo dolorido, e
intenté hacer un esfuerzo por levantarme.
Pero aquello que estaba a punto de presenciar, no sería
nuestro planeta tal y como lo había conocido hasta el día de hoy.
Al conseguir ponerme en pie, alcé la mirada desde la colina, y
palabras para describir aquello no iba a encontrar: el cielo se
alzaba rojo como si de sangre se tratase, la frondosa vegetación
había quedado reducida a cenizas, los ríos se habían evaporado...
los gritos y lamentos del planeta se hacían cada vez más intensos y
sonoros, podía sentir como agonizaba, Gaia estaba sufriendo, algo
terrible acababa de ocurrir.
No sabía cuanto tiempo había estado inconsciente, ni
tampoco que había sucedido mientras tanto. Podía sentir como
nuestro amado planeta se debilitaba lentamente, como si estuvieran
drenando su Corriente Vital.
Intenté establecer contacto con el planeta una vez
más, descubrir que había ocurrido, pero cuando quise darme cuenta,
un grupo de desconocidos se abalanzó sobre mi. Continuaba medio
aturdida, la vista se me nublaba, sus voces retumbaban en mi
interior, y no lograba comprender muy bien nada de lo que hablaban
entre ellos.
Me cogieron en brazos, no tenía fuerzas para
resistirme, ni tampoco para pronunciar palabra. Las voces de aquellos
desconocidos sonaban como lejanas, ya no era casi capaz de percibir
lo que ocurría a mi alrededor, escuchaba palabras sueltas como
“catástrofe”, “meteorito” o “templo”. Estaba asustada,
tenía miedo, no sabía donde podían estar mis padres, no sabía que
iba a ser de mi. En brazos de aquel desconocido, podía escuchar
gritos, gritos de agonía y dolor, y a pesar de continuar aturdida,
podía percibir parte del caos que nos rodeaba.
Me adentraron en un edificio, un templo tal vez, muy
segura de ello no estaba, pero si que pude apreciar que parte del
edificio se encontraba en ruinas. Me tumbaron sobre una sábana
blanca extendida en el suelo, entonces un desconocido encapuchado se
acercó, y sin decir palabra extendió su mano sobre mi frente.
“No corre peligro, no está infectada.” Estas
fueron las palabras que pude entender, su voz sonaba ronca y
temblorosa, como la de una anciana. Retiró su mano de mi frente, y
más que interesarme por saber de quien se trataba, me intrigaban
más sus palabras las cuales no lograba comprender. “Descansa”,
me dijo luego.
Pero yo continuaba sin saber que había sucedido, saqué
fuerzas de donde pude por intentar hablar, “¿que ha ocurrido?”
con un hilo de voz le pregunté. La anciana no parecía tener mucha
intención de responderme, “Algo cayó del cielo” suspiró, no me
dijo nada más, todo continuaba siendo un completo misterio para mí.
Hice un esfuerzo por mirar a mi alrededor, pude ver como
la sala en la que me encontraba estaba repleta de heridos. Los
encapuchados corrían para atenderles, algunos de ellos eran llevados
fuera, seguramente los de mayor gravedad, visto el asombro y la
reacción que tenían los encapuchados al atenderles.
Poco a poco iba recuperando el sentido, entonces de
pronto, las puertas se abrieron de golpe y alguien entró corriendo a
la sala. Era joven, portaba un bastón consigo, y los atuendos que
vestía estaban sucios y desgarrados. Parecía mal herido, estaba
exhausto, le costaba mantener la respiración, pero a pesar de ello,
interrumpió en la sala gritando de tal manera que parecía que
estuviera a punto de perder la cordura.
Entre sus gritos y balbuceos, logré distinguir palabras
como “se mueve” o “está vivo”. Se encontraba al borde de la
locura, un grupo de encapuchados se acercaron con intención de
tranquilizarle, me pareció escuchar que gritaba “están todos
muertos”, y de pronto el pánico y el caos empezaron a propagarse
por la sala.
Querían respuestas, todos los presentes querían una
respuesta acerca de lo que estaba sucediendo. Se acercaron al que
parecía ser el líder de los encapuchados, se dirigían a él como
“Venerable Anciano” o “Gran Sabio”, pero ni si quiera tuvo
tiempo de responder, pues una serie de espeluznantes gritos y rugidos
procedentes de quien sabe donde, terminaron de alarmar por completo a
todos los presentes en la sala.
El silencio, el temor, y la duda, habían hecho acto de
presencia entre nosotros. Después de unos instantes sin que nadie
pronunciara palabra, los más curiosos se acercaron a las ventanas.
“Venerable Anciano, ¿qué ha sido eso?”, era la frase más
pronunciada en esos momentos, a la cual respondió con una sola
palabra: “ARMA”.
Quise mirar por la ventana también, así que hice un
nuevo esfuerzo por levantarme. Avanzaba como podía tropezándome
entre empujones de los demás presentes, pero al ser tan sólo una
niña no tuve mucha dificultad en llegar a una de las ventanas. Me
asomé a través de ella, entonces los demás presentes empezaron a
alarmarse todavía más: “mirad, hay algo allí fuera”, “¿qué
es aquello de allí?”, “viene hacia nosotros”.
A pesar del polvo y la ceniza del exterior, yo también
pude verlo, había algo ahí fuera, una figura se movía, algo se
estaba acercando hacia nosotros. Entonces, noté como la sala se iba
quedando fría, este descenso de temperatura tan repentino no era
nada normal, y a medida que la figura iba avanzando, la situación
empeoraba.
Tan absorta estaba contemplando la escena, que cuando
quise darme cuenta tenía junto a mí, también mirando a través de
la ventana, al encapuchado al que todos admiraban. Sin apartar la
mirada de aquella figura del exterior, se quitó la capucha y pude
ver en él un rostro envejecido, arrugado y marcado por la edad.
- ¿Tan grave es la situación... que has tenido que recurrir a “ellos”... Gaia? - logré escuchar como el anciano murmuraba estas palabras para si mismo.
Hubo un nuevo temblor, la tierra se agrietó, los mares
se abrieron... de las grietas y profundidades de nuestro planeta,
surgieron poderosas y a su vez espeluznantes criaturas, y por las
palabras del anciano, pude imaginarme que aquellas bestias tenían la
intención de proteger y defender a Gaia. Eran de proporciones
enormes, cada cual tenía su forma y apariencia, pero manteniendo una
estructura y semejanza similar. Alzaron el vuelo dirección hacia la
misteriosa figura que se nos acercaba, mientras que yo intenté
establecer contacto con Gaia, pero me resultó imposible, no podía
escuchar su voz con claridad, era como si algo se estuviera
interponiendo entre nosotros, como si nuestro planeta ya no fuera el
mismo de siempre.
Entonces pude hacerme una pequeña idea de lo que estaba
sucediendo, desde la aparición de aquella criatura, que Gaia había
empezado a debilitarse, y daba la sensación de que aquel misterioso
ente, intentaba apoderarse de nuestro planeta y de todas sus
criaturas vivientes, pero los de nuestra raza no estaríamos
dispuestos a permitirlo. Entonces de pronto, sentí como si alguien
se interpusiera en la comunicación que intentaba establecer con
Gaia, me miró, me estaba mirando, aquella criatura con apariencia de
mujer estaba mirándome.
Me asusté, caí al suelo al ver aparecer aquel
espeluznante rostro de mujer en mi mente, pero entonces, alguien me
extendió una mano para ayudar a levantarme. “No te preocupes
pequeña, este no será el final de los Cetra”. De alguna manera,
las palabras de nuestro líder me dieron fuerzas y esperanza, y en
ese momento, un gran número de Cetras abandonaron el templo con
intención de unirse a la batalla.
No fui testigo de nada más, me mantuvieron oculta en el
templo mientras la batalla tenía lugar. Muchos de los de nuestra
raza murieron, e incluso estuvimos a punto de extinguirnos, pero los
Cetra somos una raza sabia, inteligente y poderosa, y esta amenaza no
acabaría con nosotros. Aquella criatura que intentó apoderarse de
Gaia, fue sellada por los más poderosos de los Cetra en el mismo
lugar donde impactó cuando llego a nuestro planeta, lugar el cual
sería llamado “El Cráter del Norte”, y allí permanecería
durante dos mil años...
El mundo cambió. Como la última de mi raza, era la
única que podía mantener contacto con el planeta, la única que
podía saber como se encontraba, pero Gaia estaba muriendo, no
aparentaba ser una catástrofe como la de dos mil años atrás, pero
si que era más lamentable, pues me entristecía saber que una de las
razas que habitaba nuestro planeta, era la causante de que poco a
poco fuera debilitándose. No sabía exactamente de que manera lo
hacían ni con que propósito, pero su Corriente Vital estaba siendo
drenada, y si esto continuaba así, no muy lejos estaría el día de
la muerte de nuestro planeta.
Pero el punto de vista que estaba empezando a tener
acerca de los humanos, no tardaría mucho en cambiar, pues una fría
mañana, conocí a un hombre, un hombre el cual llegó al poblado en
el cual me alojaba. Era un hombre inteligente, culto, y respetable,
al igual que misterioso, no rebeló mucho acerca de él, tan sólo me
dijo que había abandonado una investigación en la que se
encontraba, que había hecho cosas terribles y que muchas ganas de
hablar de ello no tenía. Al conocerme mejor, empezó a interesarse
mucho por mí, y me hizo muchas preguntas, quiso saber más, pero no
parecía una mala persona, de alguna manera, me transmitía la
confianza y seguridad que otros de su especie no podrían
transmitirme nunca.
Con el paso del tiempo, me daría cuenta de que aquel
hombre, a pesar de ser de razas diferentes, sería con quien querría
pasar el resto de mi vida, y fruto de nuestro amor, nacería una
niña, la cual sería la última de los Cetra. A la pequeña la
llamamos Aerith.
Pero sabía que esto podía no salir del todo bien, todo
fue demasiado rápido, y cuando quise darme cuenta, mi hija y yo ya
nos encontrábamos tras un grueso muro de cristal, siendo observadas
por un grupo de personas vestidas con batas blancas. Era tal cual mi
esposo me había contado, pero él ya no estaba aquí, mi amado había
muerto, y serían sus corruptos discípulos los que continuarían con
la investigación. Repetían continuamente palabras como “Cetra”,
“Proyecto Jenova” y “Tierra Prometida”, no lograba comprender
nada, e interesada en ello tampoco iba a estarlo, tan sólo deseaba
escapar de aquel horrible lugar junto a mi hija.
Los últimos recuerdos de mi vida, son en una estación
de tren. Mi hija lloraba, no quería separarse de mi, pero a penas
podía escuchar ya bien sus lamentos y mi vista empezaba a nublarse.
Entonces apareció una mujer, y como última voluntad, le pedí que
cuidara de mi pequeña. Ella aceptó, sabía que la dejaba en buenas
manos, algo me lo decía, y así, con mi último aliento de vida,
pude poner a salvo a la última de nuestra raza.
El impacto de aquel “ente extraterrestre” en nuestro
planeta cuando tan sólo era una niña, estaba teniendo sus
consecuencias dos mil años después. Con la intención de
“resucitar” nuestra raza, una serie de experimentos fueron
llevados a cabo, poderosos soldados fueron creados a partir de las
células de aquella criatura, e incluso uno de ellos se interesó en
encontrar la llamada “Tierra Prometida”, pero eso, ya es otra
historia.
- Basado en el video juego “Final Fantasy VII”.