jueves, 18 de abril de 2013

La última de nuestra especie.


Largo tiempo sin escribir una entrada nueva, meses... así que ya iba tocando hacer una, y aprovechando que los pasados días 6 y 7 de Abril se celebraron en Picassent las jornadas de rol, fantasía, manga y anime "Tierras Baldías", cuelgo el fanfic que presenté para el concurso de narrativa corta, ¿el ganador? un misterio, a día de hoy seguimos sin saberlo.

Sin más entretenerme, aquí os lo dejo~~

La última de nuestra especie

Ni el más sabio de nosotros hubiera podido predecirlo, no me refiero a la catástrofe que estaba a punto de cambiar nuestro mundo, si no a los acontecimientos y consecuencias que todo ello conllevaría miles de años después. Yo tan sólo era una niña, pero jamás podría olvidar aquel día, el día que noche tras noche se repetiría como la más oscura de mis pesadillas.

La suave brisa zarandeaba mi largo cabello, los cálidos rayos de Sol que acariciaban mi blanca piel me transmitían una sensación muy agradable y apacible, el aire que respiraba era limpio y puro, caminaba descalza muy a menudo para poder sentir la textura de la hierva bajo mis pies. Corría dando grandes zancadas, hasta llegar a detenerme en lo alto de una colina, cerré los ojos esperando escuchar una respuesta, y como cada día, pude sentirlo. Aquella respuesta me transmitía paz, tranquilidad, serenidad... podía sentir el susurro del viento, el murmullo del agua, la calidez de la tierra, la frescura de los bosques, el dulce aroma de las flores... todo estaba bien.

  • Buenos días, Gaia. - susurré.

Nuestro amado planeta rebosaba de energía y vitalidad, abrí los ojos nuevamente y mire al cielo, estaba tan azul y despejado como de costumbre, y tan despejado se encontraba, que pude divisar una anomalía en él, algo inusual de lo cual carecía de conocimiento necesario como para saber de que se trataba.

A cada instante que pasaba, daba la sensación de ir haciéndose más y más grande, como si estuviera acercándose... de pronto, escuché un susurro y un lamento, una extraña sensación de temor y preocupación invadió mi cuerpo, no pude evitar sentirme triste sin motivo aparente, pero entonces lo comprendí: nuestro planeta tenía miedo, estaba asustado, una gran amenaza inminente estaba a punto de caer sobre nosotros.

De lo acontecido seguidamente, tan solo tengo vagos recuerdos, solamente recuerdo un gran resplandor seguido de un fuerte estallido, nada más. Cuando abrí los ojos, me vino de repente un fuerte dolor de cabeza, aun estaba medio aturdida, tenía la vista borrosa y no era prácticamente consciente de lo que ocurría a mi alrededor. Yacía en el suelo, notaba parte de mi cuerpo dolorido, e intenté hacer un esfuerzo por levantarme.

Pero aquello que estaba a punto de presenciar, no sería nuestro planeta tal y como lo había conocido hasta el día de hoy. Al conseguir ponerme en pie, alcé la mirada desde la colina, y palabras para describir aquello no iba a encontrar: el cielo se alzaba rojo como si de sangre se tratase, la frondosa vegetación había quedado reducida a cenizas, los ríos se habían evaporado... los gritos y lamentos del planeta se hacían cada vez más intensos y sonoros, podía sentir como agonizaba, Gaia estaba sufriendo, algo terrible acababa de ocurrir.

No sabía cuanto tiempo había estado inconsciente, ni tampoco que había sucedido mientras tanto. Podía sentir como nuestro amado planeta se debilitaba lentamente, como si estuvieran drenando su Corriente Vital.

    Intenté establecer contacto con el planeta una vez más, descubrir que había ocurrido, pero cuando quise darme cuenta, un grupo de desconocidos se abalanzó sobre mi. Continuaba medio aturdida, la vista se me nublaba, sus voces retumbaban en mi interior, y no lograba comprender muy bien nada de lo que hablaban entre ellos.

Me cogieron en brazos, no tenía fuerzas para resistirme, ni tampoco para pronunciar palabra. Las voces de aquellos desconocidos sonaban como lejanas, ya no era casi capaz de percibir lo que ocurría a mi alrededor, escuchaba palabras sueltas como “catástrofe”, “meteorito” o “templo”. Estaba asustada, tenía miedo, no sabía donde podían estar mis padres, no sabía que iba a ser de mi. En brazos de aquel desconocido, podía escuchar gritos, gritos de agonía y dolor, y a pesar de continuar aturdida, podía percibir parte del caos que nos rodeaba.

Me adentraron en un edificio, un templo tal vez, muy segura de ello no estaba, pero si que pude apreciar que parte del edificio se encontraba en ruinas. Me tumbaron sobre una sábana blanca extendida en el suelo, entonces un desconocido encapuchado se acercó, y sin decir palabra extendió su mano sobre mi frente.

    No corre peligro, no está infectada.” Estas fueron las palabras que pude entender, su voz sonaba ronca y temblorosa, como la de una anciana. Retiró su mano de mi frente, y más que interesarme por saber de quien se trataba, me intrigaban más sus palabras las cuales no lograba comprender. “Descansa”, me dijo luego.
Pero yo continuaba sin saber que había sucedido, saqué fuerzas de donde pude por intentar hablar, “¿que ha ocurrido?” con un hilo de voz le pregunté. La anciana no parecía tener mucha intención de responderme, “Algo cayó del cielo” suspiró, no me dijo nada más, todo continuaba siendo un completo misterio para mí.
Hice un esfuerzo por mirar a mi alrededor, pude ver como la sala en la que me encontraba estaba repleta de heridos. Los encapuchados corrían para atenderles, algunos de ellos eran llevados fuera, seguramente los de mayor gravedad, visto el asombro y la reacción que tenían los encapuchados al atenderles.

Poco a poco iba recuperando el sentido, entonces de pronto, las puertas se abrieron de golpe y alguien entró corriendo a la sala. Era joven, portaba un bastón consigo, y los atuendos que vestía estaban sucios y desgarrados. Parecía mal herido, estaba exhausto, le costaba mantener la respiración, pero a pesar de ello, interrumpió en la sala gritando de tal manera que parecía que estuviera a punto de perder la cordura.

Entre sus gritos y balbuceos, logré distinguir palabras como “se mueve” o “está vivo”. Se encontraba al borde de la locura, un grupo de encapuchados se acercaron con intención de tranquilizarle, me pareció escuchar que gritaba “están todos muertos”, y de pronto el pánico y el caos empezaron a propagarse por la sala.

Querían respuestas, todos los presentes querían una respuesta acerca de lo que estaba sucediendo. Se acercaron al que parecía ser el líder de los encapuchados, se dirigían a él como “Venerable Anciano” o “Gran Sabio”, pero ni si quiera tuvo tiempo de responder, pues una serie de espeluznantes gritos y rugidos procedentes de quien sabe donde, terminaron de alarmar por completo a todos los presentes en la sala.

El silencio, el temor, y la duda, habían hecho acto de presencia entre nosotros. Después de unos instantes sin que nadie pronunciara palabra, los más curiosos se acercaron a las ventanas. “Venerable Anciano, ¿qué ha sido eso?”, era la frase más pronunciada en esos momentos, a la cual respondió con una sola palabra: “ARMA”.

Quise mirar por la ventana también, así que hice un nuevo esfuerzo por levantarme. Avanzaba como podía tropezándome entre empujones de los demás presentes, pero al ser tan sólo una niña no tuve mucha dificultad en llegar a una de las ventanas. Me asomé a través de ella, entonces los demás presentes empezaron a alarmarse todavía más: “mirad, hay algo allí fuera”, “¿qué es aquello de allí?”, “viene hacia nosotros”.

A pesar del polvo y la ceniza del exterior, yo también pude verlo, había algo ahí fuera, una figura se movía, algo se estaba acercando hacia nosotros. Entonces, noté como la sala se iba quedando fría, este descenso de temperatura tan repentino no era nada normal, y a medida que la figura iba avanzando, la situación empeoraba.

Tan absorta estaba contemplando la escena, que cuando quise darme cuenta tenía junto a mí, también mirando a través de la ventana, al encapuchado al que todos admiraban. Sin apartar la mirada de aquella figura del exterior, se quitó la capucha y pude ver en él un rostro envejecido, arrugado y marcado por la edad.

  • ¿Tan grave es la situación... que has tenido que recurrir a “ellos”... Gaia? - logré escuchar como el anciano murmuraba estas palabras para si mismo.

Hubo un nuevo temblor, la tierra se agrietó, los mares se abrieron... de las grietas y profundidades de nuestro planeta, surgieron poderosas y a su vez espeluznantes criaturas, y por las palabras del anciano, pude imaginarme que aquellas bestias tenían la intención de proteger y defender a Gaia. Eran de proporciones enormes, cada cual tenía su forma y apariencia, pero manteniendo una estructura y semejanza similar. Alzaron el vuelo dirección hacia la misteriosa figura que se nos acercaba, mientras que yo intenté establecer contacto con Gaia, pero me resultó imposible, no podía escuchar su voz con claridad, era como si algo se estuviera interponiendo entre nosotros, como si nuestro planeta ya no fuera el mismo de siempre.

Entonces pude hacerme una pequeña idea de lo que estaba sucediendo, desde la aparición de aquella criatura, que Gaia había empezado a debilitarse, y daba la sensación de que aquel misterioso ente, intentaba apoderarse de nuestro planeta y de todas sus criaturas vivientes, pero los de nuestra raza no estaríamos dispuestos a permitirlo. Entonces de pronto, sentí como si alguien se interpusiera en la comunicación que intentaba establecer con Gaia, me miró, me estaba mirando, aquella criatura con apariencia de mujer estaba mirándome.

Me asusté, caí al suelo al ver aparecer aquel espeluznante rostro de mujer en mi mente, pero entonces, alguien me extendió una mano para ayudar a levantarme. “No te preocupes pequeña, este no será el final de los Cetra”. De alguna manera, las palabras de nuestro líder me dieron fuerzas y esperanza, y en ese momento, un gran número de Cetras abandonaron el templo con intención de unirse a la batalla.

No fui testigo de nada más, me mantuvieron oculta en el templo mientras la batalla tenía lugar. Muchos de los de nuestra raza murieron, e incluso estuvimos a punto de extinguirnos, pero los Cetra somos una raza sabia, inteligente y poderosa, y esta amenaza no acabaría con nosotros. Aquella criatura que intentó apoderarse de Gaia, fue sellada por los más poderosos de los Cetra en el mismo lugar donde impactó cuando llego a nuestro planeta, lugar el cual sería llamado “El Cráter del Norte”, y allí permanecería durante dos mil años...

El mundo cambió. Como la última de mi raza, era la única que podía mantener contacto con el planeta, la única que podía saber como se encontraba, pero Gaia estaba muriendo, no aparentaba ser una catástrofe como la de dos mil años atrás, pero si que era más lamentable, pues me entristecía saber que una de las razas que habitaba nuestro planeta, era la causante de que poco a poco fuera debilitándose. No sabía exactamente de que manera lo hacían ni con que propósito, pero su Corriente Vital estaba siendo drenada, y si esto continuaba así, no muy lejos estaría el día de la muerte de nuestro planeta.

Pero el punto de vista que estaba empezando a tener acerca de los humanos, no tardaría mucho en cambiar, pues una fría mañana, conocí a un hombre, un hombre el cual llegó al poblado en el cual me alojaba. Era un hombre inteligente, culto, y respetable, al igual que misterioso, no rebeló mucho acerca de él, tan sólo me dijo que había abandonado una investigación en la que se encontraba, que había hecho cosas terribles y que muchas ganas de hablar de ello no tenía. Al conocerme mejor, empezó a interesarse mucho por mí, y me hizo muchas preguntas, quiso saber más, pero no parecía una mala persona, de alguna manera, me transmitía la confianza y seguridad que otros de su especie no podrían transmitirme nunca.

Con el paso del tiempo, me daría cuenta de que aquel hombre, a pesar de ser de razas diferentes, sería con quien querría pasar el resto de mi vida, y fruto de nuestro amor, nacería una niña, la cual sería la última de los Cetra. A la pequeña la llamamos Aerith.

Pero sabía que esto podía no salir del todo bien, todo fue demasiado rápido, y cuando quise darme cuenta, mi hija y yo ya nos encontrábamos tras un grueso muro de cristal, siendo observadas por un grupo de personas vestidas con batas blancas. Era tal cual mi esposo me había contado, pero él ya no estaba aquí, mi amado había muerto, y serían sus corruptos discípulos los que continuarían con la investigación. Repetían continuamente palabras como “Cetra”, “Proyecto Jenova” y “Tierra Prometida”, no lograba comprender nada, e interesada en ello tampoco iba a estarlo, tan sólo deseaba escapar de aquel horrible lugar junto a mi hija.

Los últimos recuerdos de mi vida, son en una estación de tren. Mi hija lloraba, no quería separarse de mi, pero a penas podía escuchar ya bien sus lamentos y mi vista empezaba a nublarse. Entonces apareció una mujer, y como última voluntad, le pedí que cuidara de mi pequeña. Ella aceptó, sabía que la dejaba en buenas manos, algo me lo decía, y así, con mi último aliento de vida, pude poner a salvo a la última de nuestra raza.

El impacto de aquel “ente extraterrestre” en nuestro planeta cuando tan sólo era una niña, estaba teniendo sus consecuencias dos mil años después. Con la intención de “resucitar” nuestra raza, una serie de experimentos fueron llevados a cabo, poderosos soldados fueron creados a partir de las células de aquella criatura, e incluso uno de ellos se interesó en encontrar la llamada “Tierra Prometida”, pero eso, ya es otra historia.

- Basado en el video juego “Final Fantasy VII”.